Opinión

Sobresaltos económicos

¿Está el Gobierno preparando al país para las malas previsiones que se avecinan o busca su beneficio electoral?

ES UNA BUENA noticia que el año comience con la subida del sueldo de los funcionarios, del salario mínimo interprofesional y de las pensiones. Son mejoras retributivas que benefician a millones de personas, activas y jubiladas.

A mayores, el Gobierno recuperó con anterioridad la sanidad universal, mejoró ayudas a diversos colectivos y negocia la aprobación de un presupuesto expansivo de carácter social. Todo lo que contribuya a lograr más igualdad y protección social también merece el calificativo de buena noticia.

Pero —siempre hay un pero—, aparte del tufillo electoral que desprenden estas medidas, hay que preguntar como Josep Pla en Nueva York, "y esto ¿quién lo paga?". Todos los expertos y organismos nacionales e internacionales advierten que factores externos — desenlace del Brexit, el proteccionismo comercial, el fin de los estímulos del BCE y la subida de intereses—, junto con la inestabilidad política interna propia de un año electoral, generan más incertidumbres que certezas sobre la evolución de la economía que ya está dando señales de desaceleración. La propia ministra de Trabajo celebraba el buen dato del paro en diciembre diciendo que "habrá sobresaltos en 2019".

Así las cosas procede seguir preguntando si el Gobierno es consciente del menor dinamismo de la economía —hay quien habla de una vuelta a la recesión— que generará menores ingresos, mientras las subidas salariales de las pensiones y demás medidas sociales son compromisos de gasto adquiridos.

¿Está el Gobierno preparando al país para las malas previsiones que se avecinan o busca su beneficio electoral? Rodríguez Zapatero se empecinó en negar la crisis y emprendió una locura de gasto público —cheque bebé, Plan E, el regalo de 400 euros a todos…— que nos llevó al borde del abismo. Meses después tuvo que rectificar y aplicar recortes que padecimos largos años, entre ellos la rebaja de salarios y la congelación de pensiones.

Ahora mismo, el festival de gasto creciente que emprendió el gobierno no será sostenible de confirmarse la desaceleración —y la derogación de reformas anteriores— si no va acompañado de recortes de gasto público ineficiente y de reformas estructurales para reforzar la economía y mejorar su capacidad de crecimiento, de las que nada se dice.

Conduce a más déficit y deuda, a más paro, nuevos recortes y ajustes, es decir, vuelta al punto de partida de cuando se reconoció la crisis. Y en esas parece que estamos.

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