Opinión

La corrupción que no cesa

CUENTA JAVIER Cercas que uno de los lemas del procés fue ¡El mon ens mira! y el escritor, cada vez que lo oía, pensaba que "ya que el mundo nos mira, ojalá no viera lo que estábamos haciendo". Es cierto que estos años, añade, hemos dado lecciones inolvidables, solo que han sido lecciones de mendacidad, de corrupción y de cinismo.

Cercas se refiere a la clase dirigente catalana, pero sus palabras son aplicables a los exdirigentes andaluces –y al partido socialista y sus "cien años de honradez"– que recibieron la mayor condena de la democracia por malversación de dinero público que estaba destinado a ayudar a empresas y parados y fue repartido de forma fraudulenta y clientelar.

Sobre el modus operandi ya está todo dicho. La versión oficial, compartida por tertulianos orgánicos y prensa amiga, disculpa a los condenados que utilizaron "un sistema heterodoxo de agilización de pagos", pero no se enriquecieron personalmente. Admítase que no se llevaran un euro, pero abrieron la caja para que otros lo hicieran sin control. Por contra, la versión real dice que este es el mayor caso de corrupción en España. Por el número de condenados: 19 exaltos cargos del PSOE, del Gobierno de España y de la Junta, y por el dinero robado, 680 millones hasta ahora, y falta más de un centenar de piezas separadas.

Hace 40 años, España asombró al mundo por la transición de la dictadura a la democracia hecha por políticos, capacitados y honrados, que alcanzaron los grandes acuerdos que entonces requería el país.

Ahora, España vuelve a asombrar al mundo por el nivel de incompetencia de casi todos los políticos, por la corrupción de muchos, que desprestigian a la
mayoría que son honrados, y por el aguante de los españoles, que deberíamos correrlos a garrotazos.

Un escándalo como este, sumado a la corrupción del PSOE de los años noventa, a los casos Pujol, Palau, Pretoria y otros en Cataluña, a la trama Gürtel, Púnica y sus ramificaciones en Madrid y Valencia y muchos más casos –todos con gobiernos de larga duración–, debilitan la democracia, conmocionan a los ciudadanos y deterioran la buena imagen de España creada entre todos.

El británico Lord Acton acuñó en 1887 la frase "el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente". Con la experiencia española, sabiendo que el poder ejercido durante mucho tiempo crea impunidad, ¿no deberían limitar la permanencia en el poder a dos mandatos, también en el Congreso, para "sanear" la vida pública?

No se hagan ilusiones. La adicción que les crea el poder es más fuerte que su voluntad de regeneración.

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