Opinión

Después del 8-M

El feminismo está dividido y la versión más radical elaboró un manifiesto en el que se mezclan justas denuncias y reivindicaciones con párrafos partidistas, excluyentes y sectarios

ENTRISTECE VER que quienes dicen trabajar por la plena igualdad de la mujer, que es una causa de toda la sociedad, son incapaces de unirse para reivindicar juntos ese objetivo en el mismo Día de la Mujer.

Ni la violencia que mata y maltrata; ni la desigualdad salarial; ni la precariedad laboral; ni las dificultades para conciliar vida familiar y laboral; ni el sobreesfuerzo que realizan para desarrollar sus carreras y alcanzar metas profesionales…, nada de todo esto que sufren las mujeres evitó la instrumentalización de sus justas reivindicaciones.

El feminismo está dividido, como siempre, y la versión más radical elaboró un manifiesto en el que se mezclan justas denuncias y reivindicaciones con párrafos partidistas, excluyentes y sectarios que no venían a cuento. Su objetivo era imponer "un modelo" unívoco, cuando el feminismo debe enriquersece con otras ideas y aportaciones. El "pensamiento único" no encaja en democracia y lo empobrece todo, también la causa feminista.

En ese caldo de cultivo retozan el Gobierno y los partidos de la izquierda que fomentan esta radicalización, que cuenta con el apoyo de muchas militantes. No para buscar mejores resultados en la causa feminista, sino para expulsar del escenario a la derecha –es penosa la imagen de la esposa del presidente y de las ministras coreando las consignas del PSOE e increpando a PP y Cs– y captar en las urnas más voto femenino. Otras mujeres –y hombres– rechazan los "ismos" que generan división y odio, se desmarcan de la "tutela" ministerial y encauzan la lucha de otra manera.

Así es la mezquindad de algunos colectivos y de la política española, incapaz de buscar soluciones consensuadas a causa tan noble como es el objetivo de la igualdad de género. Ocurre que en España vivimos en "modo confrontación" y también es imposible acometer otros asuntos de Estado, determinantes para el país, como la educación, las pensiones, el modelo productivo, los conflictos territoriales… El consenso solo es posible cuando sus señorías quieren aumentarse el sueldo u otorgarse más privilegios.

Reitero que la causa feminista es transversal, implica a todos, y la lucha por la igualdad tiene que continuar. Una sociedad no puede consentir que haya hombres que maten o maltraten a la persona con la que han convivido que, en muchos casos, es la madre de sus hijos. Tampoco se puede consentir que las mujeres, capaces y eficientes, sean discriminadas laboralmente. Pues esto ocurre y merece otro comentario el miércoles.

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