Opinión

La campaña de la Xunta

LA XUNTA lanzó una campaña en octubre y noviembre para sensibilizar a las mujeres y a la sociedad en general con recomendaciones para prevenir y evitar la violencia sexual, siguiendo la línea de las recomendaciones que figuran en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género firmado en 2017 y renovado en 2021.

Las imágenes y los textos transmitían la idea-fuerza de que las mujeres tienen todo la libertad para hacer, vestir e ir donde quieran y el derecho a vivir sin miedo, pero han de tomar precauciones y estar prevenidas porque violador, agresor y acosador siempre acechan. No debería pasar, pero pasa, decía el lema de la campaña que también iba dirigida a los hombres con el mensaje de que acosar en la calle, intimidar por la noche, controlar el teléfono o hacer comentarios sexistas en cualquier lugar también es violencia de género.

Los mensajes no difieren de los consejos de las autoridades daban a las potenciales víctimas del terrorismo —"cambie de itinerarios, mire al entorno y debajo del coche"—, o de los que las madres dan a sus hijas que, cuando salen, les aconsejan que no pasen por calles peligrosas, vigilen los vasos de sus consumiciones, que tomen precauciones con los desconocidos…

La campaña fue insertada en todos los medios de comunicación y no tuvo crítica negativa de políticos, sindicalistas, colectivos feministas o instituciones. Nadie le puso objeción alguna.
Hasta que llegó la ministra de Igualdad que, desquiciada por los resultados de la ley conocida como solo sí es sí, desvía la atención de su incompetencia y arremete contra el Partido Popular al que acusa de criminalizar a las víctimas y "promover la cultura de la violación" con esta campaña.

No tengo mis querencias y complacencias en este partido ni en otros, por eso puedo decir que la acusación es deleznable, por emplear una palabra suave, traspasa todas las líneas del parlamentarismo civilizado y debe ser una estrategia de la ministra para ocultar sus errores de gestión. Ella y sus conmilitones nunca reconocerán que el PP no es sospechoso de inhibirse en la lucha contra la violencia machista, como demostró cuando, estando en el poder, promovió el pacto de Estado citado. Ahora resulta que avisar de los peligros es criminalizar a las víctimas.

Los filósofos griegos decían que una persona padece hybris —carencia de mesura— cuando pierde el control sobre los propios impulsos y se deja dominar por las pasiones. ¿Le ocurre esto a la ministra de Igualdad? Los mismos griegos añadían que "a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco".

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