Opinión

Ante un nuevo curso

EN LAS redes sociales se vierten las mayores estupideces, pero en ese "espacio virtual" también aparecen con frecuencia textos e imágenes que expresan grandes verdades y generan reflexiones pertinentes.

Hace meses que circula por la red un vídeo que vincula a compañías e innovaciones nacidas bajo la revolución tecnológica con la desaparición de empresas y trabajos tradicionales que se venían desempeñando desde tiempos inmemoriales.

La relación empieza por Netflix que «hizo que casi no queden videoclubs y que vaya mucha menos gente al cine». Sigue con Booking «que tiene en jaque a las agencias de viajes y Airbnb que atemoriza a los dueños de los hoteles».

Whatsapp, el operador más conocido, «amenaza a la telefonía fija y celular; Uber y Cabify a los taxistas; los smartphones condenaron a las tiendas de fotografía; la nube hace cada vez más inútiles a los pendrive; Wikipedia mató a los diccionarios y enciclopedias…». Son algunos ejemplos de compañías y cambios que irrumpieron en el mercado y están modificando hábitos, prácticas y condiciones de vida.

El vídeo termina con esta reflexión: «¿Cuánto tiempo crees que va a durar tu empleo en su forma actual? ¿Y quieres seguir viviendo como vivías hace 10 años? Te sugiero que te reinventes diariamente para continuar en este "juego" llamado vida. Siempre yendo para delante. No porque detrás venga gente sino porque ya hay mucha gente delante de nosotros que nos llevan ventaja».

Esta conclusión debería ser una llamada de atención en el comienzo del curso escolar. Educar es «preparar hoy a los hombres y mujeres del mañana» y, ante cambios tan acelerados y profundos, el sistema educativo debería ser como un escenario que necesita renovar permanentemente los decorados en contenidos educativos, técnicas de enseñanza y métodos de aprendizaje.

Eso exige una labor de prospectiva que "penetre" en los desafíos del mundo del mañana para conocer sus exigencias y planificar después la enseñanza que dote a los escolares de los conocimientos, destrezas y habilidades necesarias para hacerles frente.

Dicen todos los expertos que los países que no actúen rápidamente sobre su modelo educativo quedarán rezagados, al margen del progreso. Es el caso de España que en la desescalada se preocupó más de la apertura de comercios, de bares y hasta del fútbol que de los colegios, que ahora abren gracias a la entrega abnegada de los docentes. Tristemente, la educación es la cenicienta que solo interesa como batalla electoral y el país lo pagará caro. Tan caro que los escolares de hoy pueden perder el tren del futuro.

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