Opinión

40 años de Estatuto

EL MUSEO DO Pobo Galego acoge la exposición ‘Unha Galicia mellor: 40 anos do Estatuto de Autonomía, 1981- 2021’ en una sala repleta de paneles explicativos de los avances que experimentó Galicia en las cuatro décadas de vigencia del Estatuto y del autogobierno.

La muestra es un epítome literario y gráfico con profusión de datos que reflejan como éramos entonces y a donde hemos llegado en estos años, los mejores de nuestra vida individual y colectiva.

Impresiona la transformación de Galicia desde 1981. La evolución del PIB, la modernización de la agricultura, las mejoras en la vivienda y vías de comunicación y transporte; la industria y las exportaciones, las mejoras en sanidad y educación con tres universidades; el cuidado del medio y del patrimonio, el nacimiento del Xacobeo y la proyección de Galicia al exterior… Y como resultado final, la conquista de una espectacular calidad de vida.

Hay que recordar el punto de partida. Terrorismo aparte, España y Galicia tenían muchos problemas. El primero, una economía enferma: paro, elevada inflación, tipos de interés disparados y una reconversión industrial dura y traumática, por citar solo unos ejemplos.

El segundo problema era político. Después de una dictadura de cuarenta años es muy difícil un despertar lúcido y España lo logró patentando un modelo de transición con los acuerdos de unos políticos que hicieron posible los Pactos de La Moncloa, que pusieron orden en el caos económico, y la Constitución que resolvía el problema político. Con ella llegó el Estado de las Autonomías y los estatutos, como el gallego, que trajeron esta larga etapa de progreso económico y social.

Parece que fue ayer, pero pasaron cuarenta años. Galicia disfruta ahora de una estabilidad envidiable y camina por la senda del desarrollo y progreso en clara convergencia con los países de nuestro entorno. El Estatuto, dijo el presidente Feijóo, creó "a marca Galicia, unha marca de convivencia, de progreso e liberdade… Foi un punto de encontro e motor dun avance de catro décadas".

Queda mucho por hacer pero, en palabras de Vázquez Portomeñe, protagonista en la elaboración del Estatuto, "o camino aberto polo espíritu de concordia e convivencia da Transición está máis despexado e cheo de oportunidades" que aquel que emprendimos en 1981.

Galicia es un proyecto inacabado y siempre mejorable —el propio Estatuto necesitará una actualización impuesta por el paso del tiempo— y ese proyecto necesita de la colaboración de todos recuperando los consensos en las cuestiones clave del país. Es la única receta para seguir progresando.

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