Opinión

Tezanos y el Cuarto Milenio

EL CIS acaba de publicar un escandaloso sondeo que, lejos de cumplir el cometido de una herramienta sociológica pública, se convierte en una nueva campaña de propaganda de Sánchez. Que el PSOE se sitúe en el 31,6 % de estimación de voto, y que Ciudadanos adelante al PP, es algo que no convence a nadie y sólo parece satisfacer los deseos del presidente. La “polémica” metodología empleada por el director del CIS José Félix Tezanos, ex miembro de la ejecutiva socialista, especializado en lanzar al mercado informativo sondeos adulterados, constituye una burda manipulación para confundir a la opinión pública.

El CIS se ha convertido en la “cocina más grande de España” y un poco en el “Cuarto Milenio” de los institutos demoscópicos. Su objetivo más que ilustrar sobre la sensibilidad social, busca transformar la opinión de los ciudadanos. Se constituye en una vía eficaz para modelar el pensamiento, especialmente de los que tienen menos principios y criterios, aprovechándose de las inseguridades que pueden tener en sus procesos de formación de opiniones para manipularles.

Desafortunadamente muchos ciudadanos no establecen su criterio buscando toda la información disponible y considerando cada una de las opciones. Descartan este método por el tiempo, esfuerzo y preparación que requiere. Por ello, a la hora de fijar sus posturas, acuden a reglas y procedimientos prácticos de carácter intuitivo, atajos para alcanzar conclusiones con muy poca información. Una de esas reglas es la que los latinos denominaron el “Argumentum ad Populum”, o “Efecto Arrastre”, que consiste en un mecanismo que impulsa a sumarse a lo que piensa la mayoría, bien por temor, por necesitar la aceptación del grupo, o por una ausencia de criterio que conduce a confiar en la sabiduría de las masas: si los demás creen algo… alguna razón tendrán.

Expertos como David Rothschild y Neil Malhotra han demostrado esto mismo en relación a las encuestas y a su capacidad de influir en la formación de la opinión. Son, sobre todo, eficaces para suprimir un determinad criterio o forma de pensar, simplemente mostrando que muy poca gente lo apoya, porque las personas experimentan temor a sostener opiniones minoritarias, o a ser objeto de desprecio o mofa por la mayoría. 

En España, con el CIS, estamos ante un proceso brutal de manipulación de masas perfectamente orquestado que busca influir en el que vota antes de que lo haga. Una influencia previa que no busca persuadir sino de “pre-suadir”, no se trata de modificar una conducta sino directamente de crearla, de modo que cuando el ciudadano vaya a votar, ya esté bien atado a quién lo hará, eligiendo la papeleta que debe y no otra. 

Robert Orben, el cómico que escribía discursos para el presidente Gerald Ford, decía que “a veces tenía la sensación de que uno vota sólo para saber si las encuestas tienen razón”. Por tanto, si los análisis del CIS fuesen ciertos, una buena forma de probarlo sería que Sánchez convocase elecciones, lo que parece que no sucederá, porque la realidad es que no las ganaría, y convocarlas para perder no parece una opción.  

Esta manera de actuar no es sino un aviso a navegantes de hasta dónde están dispuestos a llegar estos trileros de la política, que utilizan a la ciudadanía en pro de sus propios intereses electorales. 


 

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