Opinión

¡Paren el recuento!

A QUE NO son capaces de otra cosa. Ya que no son capaces de frenar el coronavirus, ni siquiera de controlarlo un poquito. Ya que no son capaces de que el país abandone las primeras posiciones de la enfermedad, las muertes y la ruina. Ya que no son capaces de ofrecerme ni la más mínima sensación de seguridad, por muy relativa que tenga que ser. Ya que no son capaces de superar su acostumbrado guirigay (qué acertado estuve, lamentablemente, al bautizar así mi columna) ni siquiera en una catástrofe como ésta. Ya que no son capaces en general, sino incapaces también en general. Ya que todo eso, por lo menos no me den tormento. Y hablo en singular por modestia, pues no quiero arrogarme la voz de nadie, pero apuesto un huevo (ecológico, claro es), a que no soy el único en pensar así, aunque suelo ser bastante rarito en eso de pensar.

No me den tormento recordándome a todas horas cómo va la siniestra lista de contagiados, hospitalizados y fallecidos. Sé que cada día más nutrida, no me la restrieguen continuamente por las narices. Como dijo Trump, aunque creo que aplicándolo a otra cosa, paren el recuento. Va a ser difícil evitar el virus, pero va a ser imposible superar el que te estén acojonando durante meses con el recuento de los caídos, a las que no puedes dejar de ver como tus predecesores. Sabido es que nadie puede ganar una guerra si los combatientes les estás dando detallada información de los caídos (espero que esto de los caídos, que repetí dos veces, pase la censura antifranquista). Imagínense que durante la Segunda Guerra Mundial a los americanos, ingleses o franceses les dieran un parte diario de muertos y heridos. La moral de los ejércitos y de toda la gente se desmoronaría y hubiesen sido presa fácil del enemigo. Y la presente es una guerra que vamos perdiendo. Los mandos ya se han demostrado incompetentes, no acaben de hundir a la tropa con la continua exhibición de las consecuencias de la derrota.

Cambiando de tercio y tal como he titulado este artículo, no puedo menos que dedicar unas líneas a Trump. ¡Qué elemento! Claro que nadie esperaba que aceptase la derrota con mesura, displicencia y elegancia, como un gentleman. Pero que la aceptase. Y de eso nada. Su despedida de la presidencia no puede estar más en consonancia con su personalidad, un desastre. Y hay una verdad que se cumple siempre: quien no es capaz de asimilar la derrota, es que no era merecedor de la victoria. Enhorabuena a Biden.

Para terminar, vuelvo a lo que es motivo del artículo. Paren el recuento de la covid-19. Déjenme, ya que no a salvo, un poco más tranquilo en la ignorancia. Déjenme intentar olvidarme algunos instantes de lo que tenemos encima. Como todo lo demás parece inútil, déjeme imitar al avestruz, no quiero verlo.

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