Opinión

En los próximos días

Eso fue lo que nos dijeron hace semanas, ya casi un mes: que en los próximos días estarían disponibles las mascarillas, respiradores y los medios necesarios para hacer frente a esta propagación vírica. Nos lo dijeron las máximas autoridades del país, aquellas que en estos momentos están al timón del barco en el que vamos todos. Nos lo repitieron en las sucesivas comparecencias de los miembros del Gobierno, dirigentes ‘competentes’, apariciones diarias, o de varias veces al día, especialmente en fines de semana donde el presidente del Gobierno ocupa horas y horas para decir lo que cabría en un discurso de cinco minutos.

También que en los próximos días llegaría el pico, venceríamos la curva, invertiríamos la tendencia… cifras frías, estadísticas más propias de otros escenarios y no de cuando se habla de miles de personas fallecidas.

Los próximos días se han convertido en semanas, camino de meses. Ya no confío en más anuncios. Apelar a la decencia, la prudencia, humildad y veracidad suena a ilusorio, pero lo hago.

Ante la necesidad de mantener y transmitir ánimos y buenas vibraciones para superar este tránsito hacia una forma de vida que, estoy seguro, será diferente a la vivida hasta ahora, utilizando la misma escala de medir el paso del tiempo que utiliza el Gobierno, voy a soñar e imaginar cómo serán los próximos días.

En esos días, con o sin mascarillas, abriré la puerta de casa y vestido con atuendo de caminar me acercaré hasta la muralla, daré dos vueltas por su adarve, regresaré al parque para rodearlo varias veces, bajaré y volveré a subir el sendero de las cuestas y así hasta terminar cansado de andar, sin los límites que ahora me impone un pasillo. Y saludaré a todos cuantos cruce en mi camino.

En los próximos días  podré abrazar a mis seres queridos, a mis amigos y compañeros. Valorar el tiempo que viva sin necesidad de mirar el reloj a cada instante

En los próximos días volveré a las calles en compañía de mi mujer sin separarme metro y medio de ella, haremos recados y me sentaré a tomar una cerveza en su compañía y la de algunos amigos. También podré volver al Congreso y dejaré de seguir las sesiones en el ordenador, participaré de manera presencial en las propuestas e iniciativas que hasta ahora hacía telemáticamente. 

En los próximos días quiero ayudar de manera diferente, donde se necesite mi presencia sin necesidad de seguir recurriendo a donaciones, cartas a pacientes desconocidos o aplausos diarios desde la ventana. Ayudar en vivo y en directo.

En los próximos días podré abrazar a mis seres queridos, a mis amigos y compañeros. Valorar el tiempo que viva sin necesidad de mirar el reloj a cada instante, darle a las cosas sencillas la importancia que realmente tienen, apurar al máximo las conversaciones, pasear por cualquier calle.
Estas y otras cosas que aquí no caben quiero hacerlas en los próximos días, que no quisiera ver convertidos en semanas ni en meses. Pero esto dependerá de que nos digan la verdad, de nos digan cual es el verdadero significado de «próximos días», porque hoy, mucho tiempo después de aquellos compromisos, siguen siendo muchas las personas que pelean a diario todavía sin mascarillas, sin respiradores, sin medios adecuados para esta sangría que diariamente nos arrebata tantas vidas.

Seguro que todo esto habrá terminado en los próximos días.

Comentarios