Opinión

Ceda el paso

A lo largo de mi vida, tanto en mi trayectoria personal como en la política, me enseñaron a saber dejar paso, a respetar los tiempos y a las personas

YA DESDE niños solemos aprender las señales de tráfico cuando, viajando con nuestros padres, preguntamos o jugamos a adivinarlas. Más adelante al sacar el carnet de conducir será el momento de memorizarlas. Recientemente han vuelto a mi memoria porque a alguien se le ocurrió cambiar las de 120 por 110 o las de 100 por 90, fueron las grandes aportaciones de algunos ministros. La última noticia relacionada con una señal de tráfico la pude leer hace pocos días y podría haber sido publicada en una web de noticias humorísticas mejor que en un periódico porque lo que decía es que en alguna localidad de Cataluña habían decidido sustituir las señales de STOP por otras con el texto Pareu (Parad).

En la vida, como en la carretera, hay señales que a modo de prohibiciones, sugerencias, limitaciones… que nos van acompañando en toda nuestra ruta desde que nacemos hasta que nos vamos definitivamente.

Primero en cada hogar, después en la escuela y posteriormente en la universidad de la vida, todos empezamos a asimilar lo que se puede y no se puede hacer, lo que es más recomendable para superar los obstáculos de nuestra particular ruta, las pautas para comportarse con respeto a los demás y de manera educada en la sociedad.

Empezamos a convivir con otros conductores que respetan las señales pero también nos encontraremos con quienes harán caso omiso a las mismas, que jugarán sucio o que solamente pensarán en ellos y en sus intereses personales, importándoles poco lo que ocurra a su alrededor. Así como en la carretera hay quien no se detiene a prestar auxilio a un accidentado, en la ruta de la vida los hay que despreciarán al necesitado o darán la espalda al amigo o a la familia.

En este símil que hago entre el tráfico de la vida y las señales que regulan las rutas en carretera, hay una señal a la que me quiero referir hoy de manera especial, la señal de Ceda el paso, que como su propio nombre indica nos obliga a dejar pasar a los que viene por una vía diferente. Se diferencia del stop en que no exige detenerse totalmente si no fuese necesario, ya que en la mayoría de las ocasiones es suficiente con reducir la velocidad.

En los caminos de la política esta señal no suele ser habitual y raramente se practica. A lo largo de mi vida, tanto en mi trayectoria personal como en la política, me enseñaron a saber dejar paso, a respetar los tiempos y a las personas.

Desde niño escuché los consejos que, mis padres primero y mi familia después, me fueron dando para respetar a los demás. Uno de los primeros ceda el paso que aprendí fue que, al atravesar una puerta por la que había que pasar de uno en uno, procurase siempre no ser yo el primero. Hay muchos ejemplos, cada uno que piense el primero que pase por su imaginación.

Como en la carretera, en la política hay que mirar al frente y trazarse objetivos en favor de la comunidad, pero también mirar por el retrovisor y ver lo que viene detrás, facilitando el adelantamiento cuando sea conveniente.

Hoy vivo uno de esos momentos en mi vida política en los que he intuido desde hace algún tiempo que hay otros conductores en la misma carretera que vienen más deprisa, y piden paso, y por eso he querido, libremente y por mis convicciones personales, facilitarles el adelantamiento. Sin detenerme totalmente por ahora, reduzco la velocidad y hago caso a la señal, cedo el paso.

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