Opinión

El planchazo del tarifazo

Y la luz se hizo en la oscuridad de La Moncloa. Objetivo: acallar el indultazo y la tendencia de cambio
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INTERPRETAR el nuevo recibo de la luz es como opositar a notarías o a registrador de la propiedad. Sólo está al alcance de mentes privilegiadas por la complejidad de los tramos de consumo, peajes con nocturnidad y alevosía y subida encubierta del precio de la electricidad. Todo ello debidamente enmascarado en ininteligibles kilowatios de transición ecológica y ahorro energético que como intentes entender te pueden llevar directamente a una frustración depresiva de necesario tratamiento psiquiátrico.

Son los viejos trucos de siempre con los que el Gobierno y las eléctricas nos hacen el timo de la estampita, en este caso timoatraco del recibo progre de la luz para recaudar más a costa de los sufridos ciudadanos, que con tal de no caer en la enajenación y la locura pagarán sin pestañear y sin hacer preguntas pensando que contribuyen a un mundo mejor y socialmente más justo.

Nuestro bolsillo no sólo depende de la subida de impuestos y los recortes que nos esperan para que lleguen de una vez los fondos europeos de recuperación con los que perpetuar el sanchismo. También depende de convertirnos en aves nocturnas de tarifa valle gracias a lo cual España será más ecológica y barata.

Las noches serán una sinfonía completa de electrodomésticos, calefacciones y aire acondicionado. Y las madrugadas una coreografía de ballet de plancha con la que convertir el tarifazo en auténtico planchazo. O sea, vivamos en verano o en invierno, habrá que ir pensando en poner la lavadora por la noche y en abrir hasta el amanecer para tender, secar y planchar. Algo que la vicepresidenta Calvo ha parodiado con su habitual gracejo andaluz hasta transformar el tarifazo en feminismo ideológico sin que ello tenga que ver con el recibazo socialpodemita de la luz por gracia de la transición ecológica. Dice Carmen Calvo que el "tema no es a qué hora se plancha, sino quien plancha". Una ocurrente justificación de activismo feminista con el que disimular el tarifazo para convertirlo en planchazo político. De cómo los españoles pasaremos a ser colegas de Sánchez por la afición al insomnio; sonámbulos de populismo nostálgico con peaje en autopistas y en el recibo de la luz.

El planchazo del tarifazo no sólo se vuelve contra el Gobierno, sino que convierte a las eléctricas y a Hacienda en murciélagos draculinos que nos chupan la sangre. Somos presas fáciles de la sabandija fiscal haga frío o calor, víctimas de la plancha madrugadora como terapia de choque por resistirnos a la segunda vacuna de AstraZeneca y no hacer lo que manda el sanedrín sanchista. Somos pobres ciudadanos esquilmados, en absoluto esa deseada sociedad clientelista subvencionada por un inexistente ingreso mínimo vital que es enmendada un año después por PSOE y Podemos, autores intelectuales del proselitismo demagogo social. Somos españolitos rebeldes, ni tan siquiera sediciosos, que se resisten a obedecer al poder en la restricción obligatoria de la hostelería y el ocio nocturno que Sanidad quiere imponer por las bravas, como la plancha crepuscular y la colada del rocío. Somos la cortina de humo con la que difuminar el escandalazo de los indultos, conocido también en el imaginario popular como indultazo o insultazo a la inteligencia ciudadana. Porque como diría Carmen Calvo, el temazo no es cuándo ni a qué hora o día se indulta, sino quién y por qué se indulta.

Indulta Sánchez para seguir en la Moncloa, no para corregir la inexistente venganza revanchista democrática contra los socios que delinquen sin arrepentimiento. En realidad, el tarifazo viene a ser la llamada de la selva, el despertar de la Kitchen del infierno y los demonios del pasado para acallar la tendencia del cambio en los sondeos o la crisis diplomática con Rabat a costa del oscurantismo clandestino practicado por Exteriores con el tal Ghali.

Ya me dijo el otro día mi vecino sabio de 98 años que el polisario ese da más guerra que el comisario aquel. Se refería a Villarejo, que es más enemigo del Estado que Cospedal, la invasión fronteriza marroquí en Ceuta o la medida de gracia con la que contentar a los socios encarcelados por subvertir el orden constitucional.

El nuevo recibo de la luz es el sudoku con el que nos tortura la coalición, una adivinanza para entretenernos en este junio irregular, el crucigrama autodefinido de fácil solución con el que Producciones Moncloa nos quiere confundir. Ha resultado casi Redondo el planchazo del tarifazo, pero la cuadratura del círculo está por llegar con el indultazo que prepara Sánchez para seguir en el colchonazo de Palacio.

La rebelión autonómica contra el cerrojazo nocturno es una nueva batalla que ganarán Ayuso y las autonomías desertoras de la consigna gubernamental. Hasta se escuchan abucheos en las ruedas de prensa de Casado... contra la prensa que pregunta con obediencia de argumentario por María Dolores, la Lola del cigarral toledano donde la presunción de inocencia no es igual para todos. Y todas.

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