Opinión

Papá (y mamá) Estado

Análisis de tentaciones con finalidad de ingeniería social. Control ideológico para influenciar
La ministra de Hacienda y Portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. JUAN CARLOS HIDALGO (EFE)
photo_camera La ministra de Hacienda y Portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. JUAN CARLOS HIDALGO (EFE)

LA SEPARACIÓN DE poderes garantiza el orden democrático que, básicamente, se sustenta en el Estado de Derecho, las elecciones libres y la economía de mercado. Es verdad que sin Ley no hay democracia, pero también se dice que quien hizo la Ley hizo la trampa.

A menudo tropezamos con serias anomalías como la politización de la Justicia y viceversa. Pero la desjudicialización del procés es una vuelta de tuerca más al ya apretado y oxidado tornillo de la independencia judicial. Con el varapalo del CGPJ al Gobierno para defenderse del acoso y la nada sana designación de Dolores Delgado como Fiscal del Estado se adivina un movimiento que sugiere intervencionismo estatal.

Desde la moción de censura, Sánchez ha demostrado que viene para quedarse. Pero además de pactos y coaliciones inimaginables, necesita controlar con ideología intervencionista ejecutiva el debate político, la justicia, la economía y lo social. Para ello hay una ofensiva destinada a sujetar férreamente lo público y lo privado.

Esa intromisión a través del Estado en las vidas de los ciudadanos, que la coalición monclovita de hoy ensayó con osadía en el Ayuntamiento de Carmena, puede garantizar la continuidad de Sánchez en Moncloa, aunque para ello tenga que aceptar una reunión con el inhabilitado Torra en Barcelona, una mesa de negociación de igual a igual, rebajar la condena por sedición que la oposición ve como indulto exprés encubierto, no introducir como delito el referéndum ilegal pese a prometerlo y acordar una consulta de dudosa legalidad después del golpismo separatista condenado por el Tribunal Supremo.

Eso es el intervencionismo, una acción conjunta de ingeniería política con el objetivo intencionado de beneficio partidista que puede modificar el modelo de Estado. Como dijo Luis XIV, el Estado soy yo. Y en este caso el Estado es el Gobierno de coalición que para sostenerse y aprobar los Presupuestos necesita satisfacer la voracidad de sus socios.

El intervencionismo tiene sus matices y sus marías, su grado mayor y menor. La desjudicialización es caza mayor, pero también se hace ingeniería intervencionista con el pin parental, la histeria igualitaria que prioriza para cargo público del Ministerio de Igualdad ser mujer mientras penaliza ser hombre o el llamado lenguaje inclusivo. La ministra Celáa ha llegado a decir que "los niños no son de los padres", lo cual siguiendo el esquema intervencionista significa que el Estado quiere participar activa e ideológicamente en la educación de nuestros hijos como ha hecho el nacionalismo en Cataluña y Euskadi. Con todo respeto para las mujeres, que nunca han sido ni serán el sexo débil, se ha instalado en política la obsesión por la ideología de género hasta rozar la vulneración de la igualdad del hombre. El criterio ha de ser siempre la preparación y el conocimiento, sin distinción de género aunque con empeño de paridad. Pero a ve veces parece que se impone un intervencionismo feminista muy ideologizado nacido del "compañeros y compañeras" cuya finalidad colateral más impura es el rédito electoral.

El lenguaje inclusivo es otro mareo repentino causado por el mal del intervencionismo hasta que la Real Academia Española lo ha frenado con cabal sabiduría. Si la RAE considera que la Constitución está bien redactada en el uso del masculino y el femenino salvo matices muy concretos relativos a la Corona o los discapacitados, habrá que buscar otra manera menos intervencionista e imaginativa para reformar la Carta Magna. El masculino genérico se irá adaptando al lenguaje de la calle, pero no por la imposición intervencionista de una clase dirigente instalada en la ideologización feminista que a veces provoca momentos cómicos como aquel memorable jóvenes y jóvenas de la felipista Carmen Romero, miembros y miembras de la zapaterista Bibiana Aído o Congreso sin Diputados genéricos.

Es intervencionismo el sistema clientelar que genera dependencia social del Estado, tanto a nivel nacional como autonómico. Es intervencionismo influir en las políticas económicas con una reforma laboral o una subida del salario mínimo que puede generar decrecimiento y paro en vez de empleo como avisa el FMI. Es intervencionismo subir los impuestos o bajarlos según la conveniencia electoral sin que ello genere más recaudación. Pero sobre todo es intervencionismo la injerencia ideológica, la exhumación del guerracivismo y el desenterramiento de la confrontación, la división y la crispación.

La ideología siempre tiene como objetivo influir, y en consecuencia intervenir en el comportamiento de la conducta humana dentro del colectivo social. El intervencionismo se caracteriza por la imposición de ideas políticas, morales, éticas, culturales o religiosas dando prioridad al Ejecutivo en el sometimiento del legislativo y el judicial. En definitiva, el intervencionismo gubernamental que representa al Papá y Mamá Estado pretende modelar y actuar sobre la realidad social llevando a cabo el adoctrinamiento político.

Sarampión de la semana
ADEMÁS DE LA INTENCIÓN de Sánchez de rebajar el delito de sedición en el Código Penal que para Page es "mercadeo", otros síntomas contagiosos han causado sarpullidos. Uno, el nombramiento de Miguel Ángel Rodríguez como jefe de gabinete de la presidenta Ayuso. Lo ha criticado Ciudadanos, socio de gobierno en Madrid. Dos, que el PSOE haya votado en Europa «no» a que una Comisión investigue los casi 400 crímenes de ETA sin resolver, iniciativa en favor de las víctimas que salió con los votos de PP, Vox y Cs. Tres, la indefinición contradictoria del PP y Cs, según comunidad autónoma, en relación con el llamado pin parental y el deseo intervencionista de la coalición de Moncloa hasta pedir "el 155 para Murcia". Cuatro, que el PSOE pacte con Bildu, heredero político de Eta, los presupuestos de Navarra. Cinco, el viraje de Trapero en su juicio por rebelión desmarcándose del procés tras favorecer el referéndum del 1-O con su actuación al frente de los Mossos. Seis, el desprecio oficial a la visita de Guaidó y la reunión secretista de Ábalos con la vice de Maduro. Y siete, con Sánchez en Davos, que Marruecos aprobara extender el dominio de sus aguas a costas de Canarias, lo cual es inaceptable.

 

De Fitur, gallegos y periodismo
GALICIA HA VUELTO a triunfar en Fitur 2020, la Feria Internacional del Turismo que inauguró la reina Letizia. Fitur acogió a la Xunta y numerosos alcaldes y presidentes de diputación de distinto signo de las cuatro provincias gallegas. El clásico E para comer...Lugo y los actos de Pontevedra recibieron numerosas visitas que ven en Galicia el destino ideal del turismo por su combinación de playa, montaña, climatología y gastronomía al alcance de pocas regiones españolas. José Blanco no reapareció en Fitur como ilustre lucense que es, feria que solía frecuentar siendo ministro de Fomento y número 2 del PSOE. Reapareció en el Foro de la Comunicación de Nueva Economía Forum protagonizado por otro gallego como Bieito Rubido. El director de ABC ofreció una conferencia de altura sobre el periodismo del siglo XXI. Definió la prensa regional como «transversal» y la prensa nacional como «refuerzo ideológico en la defensa de los valores». Afirmó que «falta compromiso patriótico ante la prohibición de pensar distinto porque está en peligro la libertad». Y señaló que «la neutralidad no existe» y que «la derecha apenas tiene apoyo mediático».

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