Opinión

Naturalidad, venganza y revancha

Anatomía del indulto del procés y el autoindulto de Sánchez. Deterioro democrático y choque de poderes
Saludo entre Aragonès y Junqueras. EFE
photo_camera Saludo entre Aragonès y Junqueras. EFE

LA NATURALIDAD es un concepto relativo al comportamiento humano que implica espontaneidad y sencillez. Significa obrar con franqueza, llaneza y sinceridad, que es todo lo contrario a lo que nos tiene acostumbrados la coalición de gobierno. También implica un punto de ingenuidad, lo cual carece de rigor constitucional y de todo sentido de Estado en los arrabales de la verdad democrática. Cuando el ministro de Justicia con vistas al Campo, en avanzadilla del campeón de la revancha y la venganza (Sánchez dixit), pidió a los españoles que nos tomemos con naturalidad los indultos a los presos del procés, nos estaba reclamando un acto de fe solo comparable a un cheque en blanco con timo de la estampita. Porque los españoles perciben, según las encuestas, que este Gobierno miente con toda naturalidad y pacta con toda normalidad con los enemigos de España para mantenerse en el poder a toda costa. El propio Tribunal Supremo deja en ridículo al Ejecutivo de la naturalidad, la venganza y la revancha al sentenciar que el indulto a los condenados por dar un golpe de Estado contra la unidad territorial de España y el sistema democrático es inaceptable. El alto tribunal establece causa-efecto entre la medida de gracia y la certeza de que sus destinatarios son los socios del Gobierno que sostienen a Sánchez en la Moncloa. Desautorización del Poder Judicial al Ejecutivo, y choque de trenes debido a la precariedad gubernamental en credibilidad y mayoría parlamentaria. 

Sin arrepentimiento no puede haber perdón, porque cumplir la Ley no es una venganza ni una revancha de la democracia y la Constitución contra quienes han delinquido. Subvertir el orden constitucional no puede salir casi gratis pues se deduce política y jurídicamente, y así lo dice el Supremo, que el Gobierno trata de corregir la sentencia condenatoria del procés. Como dijo Lesmes al comentar la jugada, sin concordia es difícil aceptar el indulto. Y los presos separatistas han mostrado voluntad de reincidir con la impunidad de quien se siente necesario para la aritmética política de la Moncloa. 

No es muy natural indultar a quienes tras ser condenados por sedición persisten en la independencia unilateral, la autodeterminación y un referéndum ilegal no contemplado en la Constitución vigente. No hay naturalidad en traficar con los indultos que los presos no han pedido porque el independentismo considera que no es una solución política ni una amnistía. Cuando tus propios socios te piden que rebajes los delitos de rebelión y sedición por razones políticas y el notario mayor del reino nos conmina a tomárnoslo con naturalidad, se están pervirtiendo las garantías de igualdad a las que el Estado de Derecho está obligado ante todos los españoles. Pero cuando el propio cabecilla del insomnio, la resurrección de Franco y la desmemoria guerracivilista, pues eso, fomenta la división de los españoles entre revanchistas vengativos y los que no lo son para seguir con su teatro de deslealtad peligran la convivencia y el espíritu de concordia y Transición. 

Pedro Sánchez está quemando las pocas naves que le quedan con esa obstinada persistencia en incumplir con el interés general de los ciudadanos, pero cumplir lo pactado con sus socios, cuyos cabecillas están encarcelados o huidos de la Justicia. Si tuviera la misma voluntad de cumplimiento de la palabra dada con los españoles no estaría gobernando con tan malas compañías ni sería presidente. He ahí la clave de los indultos: la gobernanza, el poder, la Moncloa, el Falcon y otros privilegios de alto rango. A Sánchez le está llegando la hora de la verdad, bien entendido que eso alarga su propia agonía, la de su partido y la del país. Dice su gurú de ensoñaciones, Iván Redondo, que "se necesita un liderazgo valiente para arreglar lo que ha pasado" en Cataluña. O sea, que por si no fuera poco que cumplir la Ley y las sentencias judiciales se considere revanchista y vengativo, identifica valentía con la cobardía de ceder al chantaje separatista por una mayoría que sostenga la coalición del abrazo socialcomunista- separatista-batasuno. 

Enorme error del boxeador sonado que a punto del KO sigue golpeando las sombras de su desvarío. Da un poco de pena ver como el zapaterismo y su reencarnación en el sanchismo han acabado poco a poco con el verdadero socialismo para convertirlo en radicalidad podemita pro-separatista. Y causa asombro entre los barones y viejos dirigentes del PSOE observar cómo el liderazgo de Sánchez consiste en mantener su rol de presidente marxista a costa de cambiar los principios democráticos de lealtad institucional a España por una representación a lo Groucho. España asiste a una democracia presidencialista con maneras autoritarias. España bordea la autocracia pese a la huida de Iglesias del Gobierno, que olfateó la descomposición. España se siente reconfortada con aquellos verdaderos líderes del socialismo del 82 del siglo pasado que ponen cordura y decencia al supuesto liderazgo valiente. Felipe y Guerra, dos por el precio de uno, atesoran más crédito político que Sánchez y ZP pese a cargar sobre sus espaldas el cafelito del hermano, los GAL, Filesa y Roldán.


Discurso Redondo

IVÁN EL TERRIBLE ha inventado la nueva dimensión del superjefe de gabinete y asesor trágico. Dijo en sede parlamentaria ante la comisión de Seguridad Nacional que está dispuesto a "tirarse por un barranco" por Sánchez y que "seguirá con él hasta el final". Estamos, pues, ante la certificación de una próxima defunción motivada por la fatalidad del suicidio asistido y una mal entendida lealtad. Habría que decirle a Iván Redondo, su presidente y resto de servidores públicos, que ellos nos representan a todos y no están ahí para morir en el intento sino para resolver problemas y garantizar el Estado de Derecho, pues sin Justicia no hay democracia. Redondo no se ha enterado de que consigo mismo, con su vida y con Sánchez pueden hacer lo que quiera. Pero en el desempeño de sus cargos no puede arrastrar a los españoles al barranco final con la adopción de decisiones equivocadas y contrarias a sentencias del Supremo. Tono y fondo inadecuado para un servidor público cuyo mensaje hay que entenderlo en clave interna. Muchos socialistas piden su cabeza.



¿Liderazgo valiente o hiriente?

PRIMERO FUE pactar con quien no iba a pactar por insomnio tras una moción legal pero desleal. Tras equivocada repetición electoral, después fue una dudosa gestión covid basada en la propaganda y la mentira sistemática. Más tarde usó el estado de alarma para gobernar por decreto y rehuir al Congreso cuanto pudo. A continuación, trató de volver a la perturbación de la moción para desbancar al PP de ayuntamientos y autonomías. Y ahora está en el reparto partidista de los fondos europeos con bandazos constantes, sin control de un organismo independiente y a base de subida de impuestos encubierta. A todo ello quiere sumar el sanchismo la pacificación de la rebeldía sediciosa independentista mediante la original modalidad del indulto del liderazgo valiente contra el revanchismo y la venganza. Sin duda, todo un repertorio de equivocaciones que le otorgan la gloria del poder al tiempo que le acercan a la extrema unción. Espiral hiriente con la que Sánchez pretende hacer comulgar a los españoles con el indulto de los presos separatistas y el autoindulto de su gobernanza temeraria.

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