Opinión

El puente de mayo

Mientras la calle daba la espalda al festín del primero de mayo, día del trabajo y de los liberados sindicales, el Centro Criptológico Nacional del CNI ultimaba un informe para el despertar gubernamental del 2 de mayo. La fiesta de la Comunidad de Madrid se desayunó con una rueda de prensa madrugadora, única, inverosímil y pionera, que puso a prueba la credibilidad del Gobierno y la indulgencia mediática. Bolaños y Rodríguez, ministros de la fontanería monclovita, aparecían en festivo madrileño y bajo la solemnidad oficial, con la encomienda de dar un vuelco al caso Pegasus de espionaje al independentismo. Sánchez y Robles fueron espiados, según Moncloa, en tiempos de la concesión de los indultos y la entrada clandestina de Ghali en España que ocasionó la mayor crisis con Marruecos resuelta con el viraje histórico del Sáhara. Sorprende que un año después, en plena ofensiva separatista de victimismo golpista condenado por el Tribunal Supremo, España haya conocido que los móviles de Sánchez y Robles sufrieron ‘intrusiones’ de gigas y megas como un separatista cualquiera. Sánchez se ha convertido así en el único jefe de gobierno del mundo mundial que ha confirmado su propio espionaje, porque él siempre quiere ir por delante. Con este giro de guion, el relato estampó la firma de Moncloa en la iniciativa política tras los agónicos días en que el Gobierno se arrodilló ante sus socios para ganar votaciones parlamentarias y abrir la comisión de secretos oficiales a ERC y Bildu. Realmente, la ironía del día elegido para comunicar el espionaje al presidente sólo es comparable al momento del abrazo con Iglesias tras años de insomnio, al paseo en helicóptero de Franco resucitado para la causa de la memoria electoral o al festejo de los golpistas tras ser indultados en contra del criterio del Supremo. En el CNI deben estar ahora mismo verificando el estado de la monitorización y el alcance preventivo del descubrimiento, casualmente ahora que la crisis económica devora mentiras y previsiones como si el ingenuo pueblo llano no supiera que el enredo caótico es ajeno al coco Putin.  

Mientras se preparaban dimisiones en el CNI, la comidilla del acto del 2 de mayo en la puerta del Sol fue el anuncio de Bolaños, que se sentó en primera fila sin mirar su móvil como quien sabe que con este movimiento de cadera a lo Elvis se sacude la presión y amortiza lo que pudieran revelar y comprometer a Moncloa esos gigas y megas en el futuro inminente. El puente de mayo fue como las juergas de Pepe Botella, una borrachera de comentarios irónicos de los asistentes a la entrega de las medallas de la Comunidad de Madrid, entre la incredulidad y la desconfianza en la fuente que tanto ha faltado a la verdad hasta dilapidar la credibilidad que requiere un Gobierno. Ahora sólo falta que vayan apareciendo los demás espiados y se generalice la expansión de Pegasus como una pandemia viral. En Sol se hacían apuestas: ¿Estarán Casado, Abascal, Iglesias y otros líderes autonómicos y municipales entre los infectados de Pegasus? Porque si es así, tiene sentido —decía alguien— que hayamos conocido lo de Sánchez con esas prisas de anticipación en pleno puente de mayo. 

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