Opinión

Chanel nº 3

Tiene aroma a tierra mojada, al frescor que se extiende después de la lluvia, al empoderamiento racial que dan las raíces familiares de la patria natal y la patria de acogida. Su fragancia es pura fuerza de la naturaleza, sin aditivos ni potingues contaminantes. Es como un torbellino de esencia que arrasa con los caprichos visuales del tacto y del gusto, con la empatía inocente pero provocativa de la mujer que aún se siente niña. Huele a flores del jardín del edén, a pétalos de rebeldía y libertad, a agua fresca de inocencia y ambición, a coreografía de esfuerzo, constancia, trabajo y talento. Es la nueva creación de España, un mestizaje perfecto de Madrid, La Habana y Paris previo paso por la Cataluña identitaria. Es el perfume eurovisivo que se propaga como una pandemia de patriotismo, como una necesidad de reunificación del sentimiento nacional en tiempos coléricos de distancia y ruptura con la vida en convivencia y armonía. Es el Chanel nº 3, que para todos sabe a número 1, a justicia divina histórica en la era de los chikilicuatres del populismo formados en pelotones de fusilamiento por las legiones de lo políticamente correcto, por los arcángeles del pensamiento único.

  El aroma que desprende Chanel nº 3 prueba que habríamos ganado Eurovisión de no ser por el factor Ucrania, y demuestra que todos los detractores del Benidorm Fest y de Terrero Martínez debieran avergonzarse y pedir perdón por el uso político destructivo que hicieron de la letra de SloMo y del sistema de elección. Todos esos, esas y eses que boicotearon a Chanel han hecho del culto a la hipocresía su lavativa pública ofensiva para la mayoría decente y tolerante. Todos aquellos que sacaron a pasear sus odios de rencores  mediante la bomba fétida de la ideología de género desigualitario, la letra del machismo calenturiento y los paralelismos de prostitución deberían hacer al menos la penitencia del silencio y callar su cinismo destructivo.

 Chanel nº 3 es una esencia aromática con la que endulzar la peste del populismo barato, con la que señalar el vergonzoso comportamiento de quienes ahora se apuntan a la operación triunfo de España en el Festival del Eurovisión. Nuestra querida España estaba y está necesitada del perfume aleccionador de Chanel nº 3, del ambientador popular y democrático de la libertad creativa y de elección con el que escapar de la propaganda frentista y divisiva de la confrontación politizada. Chanel nº 3 es una marca de éxito, una vacuna contra quienes se empeñan en dividir, un antídoto contra la enfermedad del oportunismo y del aprovechamiento de una apuesta común que une bajo la bandera única de una sola España. Chanel nº 3 para regalar en el día de los enamorados, de la madre o del padre. Chanel nº 3 para oler a esencia de nación, al perfume social que no distingue entre clases medias, bajas o altas, entre ricos y pobres, entre demagogia y vedad. Chanel nº 3, la nueva marca de nuestra querida España con la que perfumar el progreso que nos hacen mejores a todos. Chanel nº 3, hecho con agua de rosas y vuelos de gaviotas, con bocanadas libres de interés general, con la fórmula neutral de la mejora colectiva y la concordia.  

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