Opinión

Caza a la Corona y la Corinna

Sucesión real de hechos. La monarquía palidece y lucha por sobrevivir a los ataques

UN PERIODISTA muy conocido e influyente de este país ha estado escribiendo un libro durante dos años sobre el rey Juan Carlos que tenía que haber visto la luz las pasadas Navidades. El colega acudía casi todas las semanas a Zarzuela para charlar con el emérito, que se dejó grabar largas y distendidas conversaciones, lo cual implica la certificación de autenticidad del contenido. Campechano fue leyendo y autorizando los capítulos uno a uno a expensas del visto bueno final de la Casa Real, que en algunas cuestiones de Estado debería informar a Moncloa. Incluso la idea implicaba la participación de todos los expresidentes vivos, que escribirían en prólogo o desarrollo su visión del reinado de Juan Carlos I si finalmente los consejeros de Palacio determinaban que no prologara el actual monarca. De hecho, la editorial de Rajoy llegó a temer que la publicación del libro sobre el Rey emérito coincidiera con el lanzamiento del suyo en diciembre pasado titulado ‘Una España mejor’. Eso no sucedió y Rajoy logró ser el primer jefe de Gobierno en alcanzar el cetro exitoso del best-seller. El coronavirus y las circunstancias personales del viejo Borbón han enfriado el proyecto de sus memorias institucionales autorizadas, aparcado en espera del momento político, social y editorial oportuno, quien sabe si en espera de publicación póstuma. Pero la cosa sigue prometiendo porque Juan Carlos se enfrenta al caso Corinna justo cuando un juez considera a la familia Pujol «organización criminal», los presos del procés salen en libertad y España se juega los cuartos del rescate.

En su libro Una España mejor, Mariano Rajoy titula el capítulo 6 Queda para la historia. Y es ahí donde, además del fin de Eta, cuenta el otro gran hito de su mandato junto a la recuperación económica y la creación de empleo: la abdicación del rey Juan Carlos y la sucesión de la Corona. Rajoy explica que el propio monarca le comunicó el 31 de marzo de 2014 su deseo de abdicar, lo cual se difundió a la nación el 2 de junio. Por tanto, el Gobierno mariano tuvo dos meses para preparar una sucesión histórica que planteaba dificultades y requería el apoyo del PSOE, hecho que fue posible gracias a la visión de Estado de Rubalcaba, quien retrasó su dimisión por ese motivo.

De haber sido con un Gobierno socialcomunista como el actual, el trámite constitucional podría haber dificultado el proceso y puesto en cuestión la continuidad de la monarquía tal y como la contempla la Carta Magna. El Rey emérito explicó a Rajoy que rumiaba su renuncia desde finales de 2012, después de que en abril de aquel año superara una cirugía complicada y al salir del hospital pronunciara aquella premonitoria frase lapidaria postBotsuana: "Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir".

Durante buena parte de los 39 años de reinado de Juan Carlos I todo el mundo sabía de sus andanzas lobbystas, financieras y mujeriegas que la justicia, la conciencia y la Historia juzgarán. Pero había un pacto no escrito entre la duda y el agradecimiento por el que no trascendía ese aspecto colateral al desempeño institucional de la Jefatura del Estado. Pesaba más su contribución histórica a la democracia y el fin de la dictadura que todo lo relacionado con Corinna, Bárbara Rey y la virtuosa vocación de rey Midas de nuestro monarca.

En las memorias marianas, Rajoy escribe: «A los españoles la monarquía constitucional nos ha aportado fortaleza de la unidad, la tradición y la estabilidad que han permitido nuestro espectacular desarrollo como país durante estos años. La monarquía es el símbolo —añade— de la mejor España de su historia. Una nación moderna, creativa, solidaria y con una incuestionable fe democrática». Fin de la cita, y algo que añadir: A pesar de esa verdad innegable, el desgaste de la Corona es incuestionable tras los casos Urdangarín y Corinna, y las actividades financieras que rodean un comportamiento que fiscal y jurídicamente no parece ejemplar.

Felipe VI ha capeado el temporal con inteligencia, honestad y lealtad a España, distanciándose de su propia familia y retirando la asignación anual a su padre que, como se ve, no necesita. Pero las caceroladas desde el Gobierno y la presión de los socios con espíritu republicano han abierto la veda de cacería a la Corona porque el socialcomunismo gobernante ve una oportunidad para instaurar la normalidad de un nuevo régimen. Por tanto, que nadie se equivoque: el verdadero objetivo es la propia Monarquía y en consecuencia Felipe VI. Que el actual Rey renuncie a la herencia, retire el título o arroje de La Zarzuela a su padre en demostración de transparencia no calmará el ansia de asalto a la Jefatura del Estado de Sánchez, Iglesias y sus socios de la república independiente confederal, autonómica o medio pensionista. Se ve a diario cómo a Felipe VI le marcan la agenda y el territorio bajo presión. Y el propio Sánchez, dicen fuentes oficiosas, no perdona que los Reyes estuvieran en el funeral religioso por las víctimas del coronavirus celebrado antes del homenaje de Estado organizado por el Gobierno esta semana. Por tanto, la caza a la Corona y la Corinna ha comenzado en pura prolongación de la cloaca villareja.

El Dinagate que indigna

PABLO IGLESIAS ha pasado de encabezar la rebelión revolucionaria de la comisión de investigación parlamentaria sobre el caso Dina al mutis del silencio. PSOE y Podemos han vetado su comparecencia parlamentaria después de amenazar con llamar a Soraya y hasta al apuntador para hablar de lo que él llama "cloacas del Estado y policía política". Quizás se ha dado cuenta, a raíz de las últimas revelaciones, que el robo del móvil fue inventado para justificar las filtraciones del pantallazo por parte de la propia Dina Bouselham, según fuentes de sus abogados. Por tanto, la invención del hurto de las cloacas mete en un lío legal a Iglesias en su condición de vicepresidente del Gobierno. Si se demuestra que mintió ante el juez y cometió algún presunto delito deberá dimitir, lo que liberará a Sánchez. Mientras tanto Iglesias sigue en la conspiración de Villarejo y encaja acusaciones de "machista" por retener la tarjeta para "proteger a Dina", aunque en realidad se protegía a sí mismo y a Podemos.

Homenaje de Estado

RESULTA extraño, incluso para un homenaje de Estado a las víctimas del coronavirus, que el acto se haya celebrado a las 9 de la mañana, un horario de baja audiencia televisiva que no se justifica por la agenda de los asistentes. Los 45.000 muertos reales merecían mayor atención gubernamental y mediática. Presidió Felipe VI, con un discurso sobrio y una puesta en escena conciliadora, que contrastó con los AlóPresidente o el desenterramiento de Franco. Prescindir del funeral religioso en el homenaje de Estado tiene un claro toque laico del Gobierno PSOE-Podemos, si bien restó consuelo espiritual a muchos de los familiares. Se evitó un escenario que permitiera presencia social cercana, para prevenir así riesgos de gritos y abucheos contra la gestión Covid. En el ambiente flotaba el tezanazo, que premiaba la gestión del coronavirus, en contra de lo que dijeron las urnas en Galicia y Euskadi y de la encuesta de ABC del mismo día que daba victoria en escaños al PP.

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