Opinión

Buses, escraches y escuchas

FLETAR AUTOBUSES para el escrache en la investidura de Moreno y escribir cartas a los andaluces para movilizarlos contra lo que Susana Díaz llama «franquismo político» muestra a la perfección las limitaciones democráticas cuando la impotencia política de la derrota se arroja en los brazos de la radicalidad. Pero sobre todo evidencia una falta de ideas alarmante que incurre en todos los tópicos del desgaste y del cambio inevitable de ciclo. El abuso de la causa feminista por parte de la izquierda redunda en la creencia de que el colectivo de mujeres es su tabla de salvación electoral. Pero esa ecuación no es exacta como se ha visto en Andalucía. Los 2.251 millones de inversión presupuestaria en Cataluña han arrebatado parte del foco al traspiés andaluz en lo que mediática y políticamente se ha interpretado como una entrega del sanchismo al separatismo por necesidad de supervivencia. En el folletín de las Españas las escuchas de Villarejo agitan el miedo a las cloacas. Viendo la cantidad de teléfonos intervenidos, va a resultar que no eres nadie si el excomisario no te ha pinchado.

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