Opinión

Modestia, discreción y prudencia

H ACE UNOS días, en el suplemento de A Mariña se publicó una entrevista con Gonzalo Varela, nuevo párroco de Ribadeo, bajo la cabecera «El nuevo sacerdote considera que debe haber una coordinación entre todos los grupos parroquiales para que la iglesia ribadense funcione mejor».

Una vez leída con detalle, se me ocurren las siguientes consideraciones:

Una. De la frase anterior, y de sus afirmaciones «lo más importante ahora es intentar crear comunidad» y «hay que ir a una Iglesia que anuncia el Evangelio» parece desprenderse que en la Parroquia de Ribadeo, antes de su llegada, el funcionamiento era claramente mejorable, que no existía ningún tipo de comunidad y que no se anunciaba, o que se anunciaba poco el Evangelio.

Partiendo de la base de que efectivamente todo es mejorable, se me antoja que tales afirmaciones no coinciden con la realidad, ya que a mi entender, y al de muchísimos fieles, la actividad parroquial era razonablemente correcta en términos generales. Y que tal posicionamiento resulta cuanto menos incoherente, sobre todo teniendo en cuenta las propias declaraciones de D. Gonzalo, que unas líneas mas tarde afirma textualmente: «no conozco el funcionamiento de la parroquia».

Juzgar sin conocer es en principio imprudente, y sobre todo arriesgado, ya que la realidad, una vez conocida, puede dar otra visión de las cosas. De todas formas no culpo totalmente a D. Gonzalo de su error de apreciación, ya que, al no conocer aún su nuevo destino, calculo hable en base a opiniones externas que le han podido inducir a error.

Otra. Afirma D. Gonzalo refiriéndose a la actividad de la Parroquia de Ribadeo, de la que recordemos afirma no conocer su funcionamiento: «Tendrá que haber una reestructuración, porque hay una exageración de celebraciones de culto… Pero desde luego el culto no es lo principal, hay otras cosas mas importantes, como la evangelización, el trato con la gente… Las misas son una parte, pero aquí están exageradas, me parecen muchas misas y no se si las iglesias están siempre llenas; pero me parece mucha misa para poca gente».

Tales afirmaciones me resultan sencillamente escandalosas.

Por una parte por condicionar su frecuencia la número de asistentes, como si se tratara de una mera operación comercial en que primara la rentabilidad, y sobre todo por otra: el Sacramento de la Eucaristía es una de las piedras angulares de la Iglesia Católica, y los feligreses tienen derecho a participar en él; sean muchos o pocos, jóvenes o viejos, y, dentro de lo posible, tienen derecho a verse reconfortados y asistidos por sus pastores, al margen de que el rebaño sea mas o menos numeroso. Restarle importancia a la Misa se me antoja una barbaridad pastoral y una afirmación muy discutible desde el punto de vista doctrinal.

De todas formas, si se mira desde su punto de vista personal, hay que reconocer que D. Gonzalo puede tener en parte razón, ya que al simultanear dos actividades incompatibles en tiempo y lugar, no puede dedicar a la parroquia la totalidad de sus horas, y por tanto tiene que restringir sus actividades en la misma. Posiblemente estando en Ribadeo solamente tres días a la semana, no pueda hacer mas. Es lo que, utilizando una terminología laboral, podríamos llamar ‘un cura a tiempo parcial’ o ‘un párroco a media jornada’.

Otra. Me parece muy acertado y elogiable el propósito de D. Gonzalo de que «es importante que exista una coordinación entre todos los grupos (parroquiales), y que unos sepan lo que hacen los otros». Por lo que conozco aún no los ha reunido a todos para presentarse, conocerlos, trasmitirles tal filosofía y, bajo su dirección, impulsarlos en sus respectivas actividades. Pero seguro que lo hará cuando tenga tiempo. Y no me cabe duda de que su apoyo y tutela mejorará la actividad de los mismos, como, según tengo entendido, ha ocurrido en sus destinos anteriores, a los que ha trasmitido su ejemplo y modus operandi, dejando perfectamente organizados y vitales los diferentes Grupos parroquiales.

Otra. Me llama la atención su afirmación de que viene a Ribadeo «para siempre». Y me llama la atención porque cuando yo estudié Derecho Canónico, hace ya muchos años, el nombramiento de los párrocos, y su adscripción a una parroquia, era potestad del Obispo de la Diócesis respectiva; ignoraba que la legislación hubiera cambiado y que ahora existieran destinos vitalicios. Nunca es tarde para aprender.

Otra. Considero una virtud la actividad docente de D. Gonzalo, ya que cuanto mas culta es una persona mejor puede realizar su labor profesional. Resulta por tanto muy positivo que sea profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca, entidad privada de calidad reconocida, dependiente de la Conferencia Episcopal Española y fundada en el año 1940. Solamente a título de aclaración no hay que confundirla con la Universidad de Salamanca, oficial, una de las mas antiguas y prestigiosas de Europa, y fundada allá por el año 1200, que es otra institución diferente. Coinciden, eso sí, en que ambas tienen su sede en la citada ciudad castellana.

Otra. Resulta igualmente muy positiva la vocación periodística y experiencia profesional de D. Gonzalo, ya que así podrá continuar, e incluso mejorar la revista AGAPE, que trimestralmente viene publicando la Parroquia de Ribadeo desde hace años.

Para finalizar deseo a D. Gonzalo el máximo éxito en su nueva singladura, tanto a nivel pastoral como personal, estando seguro de que sin duda actuará con modestia, discreción y prudencia, virtudes cívicas que tanto ayudan en la vida profesional y diaria. Y que para ello contará con el apoyo incondicional y desinteresado de los feligreses de la Parroquia.

Que remedando el Cantar do Mío Cid, «son buenos vasallos si hubiera buen señor».

por antonio fernández

abogado

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