Opinión

El canto de los pájaros

SONÓ AL final de la manifestación de Barcelona 'El canto de los pájaros', una hermosa canción popular catalana, de origen desconocido e inspiración navideña. Mucha gente piensa equivocadamente que esta pieza es composición original de Pau Casals, pero en realidad se trata de un villancico medieval cuya letra gira alrededor del nacimiento d  eun niño, y que el espíritu catalanista de Pau Casals arregló para su violoncello universal previa conversión en sardana de Pep Ventura. Lo cuento porque durante la retransmisión de la manifestación de Barcelona el entusiasmo antiyihadista pasado por la túrmix independentista convirtió El canto de los pájaros  en un himno reivindicativo propiedad de Casals y los separatistas que no corresponde con la realidad. Casals terminaba los conciertos con su versión de sentimiento político antifranquista que el tiempo ha convertido en un símbolo de paz y libertad. El propio Casals explicó que él lo tocaba como un himno de los refugiados españoles, llenos de nostalgia por su España querida, ya fueran gallegos, andaluces, madrileños o catalanes. Lo digo porque eso exactamente es lo que se vio en Barcelona: una mezcla de sentimientos, ideologías, culturas, nacionalidades, religiones y banderas que demuestran claramente que la convivencia es posible y que los extremismos de radicalización y exclusión totalitaria no pueden triunfar sobre la verdad colectiva e identitaria de España. En Barcelona vimos banderas españolas, señeras y esteladas bajo el lema "No tinc por (No tengo miedo)", que pese a la intentona separatista por capitalizar esa muestra de rechazo al terrorismo, expresó un sentimiento conjunto de la sociedad española limpio de partidismo político. Pero les faltó tiempo a los secesionistas, con el dolor a flor de piel y los heridos en los hospitales, para presentar esa delirante orgía de transitoriedad y amnistía.

Atrapados en el desafío separatista inconstitucional, ya se vio en las palabras previas de Puigdemont que hubo una intencionalidad clara de separar los atentados del 'procés', al tiempo que se utilizaba ese homenaje a los muertos, sin nombrar a ninguno de ellos, en favor de la deslealtad al Estado y sus representantes. No parece muy apropiado convertir ese rechazo colectivo al ihadismo en un acto político que ni las víctimas, ni los heridos, ni sus familiares, ni la solidaridad de los españoles se merecen. Por eso que lejos de ser solo un himno de rechazo al terrorismo islamista, máxima expresión de la unidad, El canto de los pájaros delataba tras la retórica festiva de Rosa María Sardá toda la problemática que arrastra el secesionismo, y que pone a España en una encrucijada histórica nada oportuna cuando d elo que se trata es de erradicar el fanatismo religioso convertido en terrorismo yihadista. Hay que saber distinguir ética y moralmente los sentimientos de los desafíos, la legalidad de lo ilegal, la verdad del sectarismo. Y sobre todo hay que tener respeto por las víctimas, el rey y los representantes de las instituciones españolas que con su presencia mostraron su solidaridad a todos los catalanes.

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