Opinión

Seguimiento

EL ANUNCIO POR el presidente de la Xunta de una comisión de seguimiento de la ejecución de los Presupuestos del Estado (PGE) en Galicia es una iniciativa acertada y probablemente imprescindible para obtener resultados cuantificables. Las experiencias pasadas con bajos niveles de ejecución entre lo anunciado y lo realizado, y la realidad de una reducción de las inversiones en los PGE para este año hacen necesario el seguimiento y control de la gestión. Un seguimiento imprescindible para que los plazos de infraestructuras como del Ave o la autovía Lugo-Santiago, por ejemplo, no se conviertan en brindis al sol, como es costumbre. Y un seguimiento necesario también en clave de empleo y mantenimiento de la actividad económica, que llevan consigo esas inversiones en infraestructuras. Los PGE mantienen un objetivo básico y fundamental para el Gobierno: la reducción del déficit público al 3,1% del producto interior bruto. De ahí, algunos explican la rebaja que experimenta en todas las comunidades autónomas, salvo Canarias, la inversión de Fomento. Pero también algunos sostienen –lo vienen haciendo desde el inicio de la crisis frente a las políticas austericidas– que el pan para hoy –el sacrificio de la inversión por el objetivo de déficit– puede representar hambre para mañana: paralización de la economía y freno al empleo. Será así, cuando se abandonan, posponen o ralentizan inversiones en infraestructuras que vienen justificadas para la dinamización de la actividad económica. Es el caso de las mejoras en viales que necesita A Mariña lucense o el enlazar realmente a Lugo con la llegada del Ave a Ourense. No se han oído voces que reclamen avances inmediatos en las infraestructuras –desde el interior gallego, por ejemplo, Lugo– con el norte portugués, cuando el entendimiento como región única económica es imprescindible para crecer. EL folclore de lamentos y aplausos que sigue a la presentación de los PGE año tras año es de guion fijo y absolutamente previsible, según las partes.

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