Opinión

No habrá disculpas

CABRÍA ESPERAR que la ley tenga algo que decir sobre el tuit que el rapero Pablo Hasel le dedicó a Ortega Lara. Cabría desear también que si eso sucediese, el sentido común se imponga y el coro del pensamiento líquido no nos invite a todos a confundir libertad de expresión con el desprecio, como mínima calificación para ese tuit, a la dignidad de una persona, secuestrada en condiciones inhumanas. Las realidades injustas no se denuncian con el desprecio a una víctima. Sería deseable que no se imponga el silencio frente a una ‘opinión’ que merece el desprecio. Cuando la imbecilidad crece de forma alarmante no se puede mirar para otro lado.

Okupas

El problema social de quien no tiene techo ni medios económicos para disponer de una vivienda ninguna relación guarda con el ‘fenómeno okupa’. Esta realidad perjudica seriamente a quienes realmente están privados de una vivienda por exclusión económica. La crisis generó una simpatía o comprensión genérica, sin matices, ante la denuncia o la ocupación de viviendas vacías. La realidad actual del fenómeno es otra: grupos organizados y antisistema que practican la ocupación como una expresión de denuncia frente a la propiedad privada. En otros casos se estima pura delincuencia como forma de vida sin componente ideológico alguno. Resolver el problema y la situación de injusticia de las familias que no pueden afrontar económicamente el acceso a una vivienda es una urgencia. Es un problema a separar de la burla a la sociedad que representa el fenómeno okupa. Dar respuesta legal a esta realidad es otra urgencia. La situación actual deja en evidencia vacíos o fallos en la legislación incomprensibles en un estado de derecho.

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