Opinión

¡Feliz campaña santa!

Resurrección o seguir cuatro años más con el vía crucis: he ahí el dilema con el que usted se va a encontrar después del regreso de la Semana Santa

ME HE APUNTADO a un mitin en Cantabria el Viernes Santo.

Uno, profesional al fin, no puede descansar ni en esta semana que hasta ahora se dedicaba básicamente al reposo y a las procesiones.

Los legionarios dicen que no quieren a políticos cantando en Málaga ‘soy el novio de la muerte’, como ocurrió el año pasado; los de Nuevas Generaciones dan la campanada —la ‘campañada’— montando una agencia de viajes ‘fake’ para reírse del afán viajero de Pedro Sánchez y, de paso, abusan de la imagen de las hijas del presidente; Abascal se desmelena junto a Don Pelayo contra «progres, comunistas e islamistas», así, todo junto; Pablo Iglesias se propone, para pasmo, sin duda, de Policía y Guardia Civil, como ministro del Interior; Rivera, en un ejercicio difícil de entender, ataca al PP, su sedicente futuro socio en un Gobierno de coalición, parece que quizá improbable.

Y, a todo esto, ¿qué hace Sánchez? Pues Sánchez, como siempre, va a lo suyo. Acaba de dar un bofetón a la televisión pública, aceptando un solo debate, a cinco, pero en una tele privada.

Sus asesores le prometen una victoria en el espectáculo televisivo del año, reserven sus asientos para el día 23, porque presumen que los tres candidatos de la derecha se van a acuchillar entre ellos, en su afán por rebañar algún voto a los otros dos.

Y él, soportando el abrazo del oso de Pablo Iglesias, pero sin comprometerse ni un milímetro con el volátil líder de Podemos. Gabriel Rufián, nada menos, le ofrece, desde Esquerra Republicana, apoyo ‘sin líneas rojas’.

Y él calla: no está dispuesto ni a aventurar con quién elegiría gobernar. Por cierto, en Moncloa no se creen el ‘no es no’ a pactar con los socialistas tras las elecciones lanzado a los cuatro vientos por Rivera, en cuyas filas ya se empieza a pensar en volver grupas ni a cometer un solo error, aunque eso le cueste no cometer aciertos.

No: la alquimia de los colaboradores áulicos de Sánchez pasa, dicen, hasta por soñar con poder gobernar más o menos en solitario. Quiero decir sin gobierno de coalición, sino con apoyos parlamentarios puntuales.

A ver quién le dice a él que no gobernará, cuando, si se cumplen las encuestas, resulta que puede sacar casi el doble de escaños a su inmediato perseguidor, que sería el descalabrado PP.

Anda Irene Montero repitiendo que, por primera vez, Podemos está al borde de poder gobernar (con el PSOE mandando, claro); no acabo yo de ver a Sánchez dando carteras ministeriales, y menos la de Interior, a los morados.

En todo caso, el 29 de abril estará disfrutando viendo qué puede ofrecer a quién: a todos los demás les va a resultar muy difícil desconocer el resultado de lo que ocurra el día anterior. Y entonces, ese 29- A, comenzará el gran terremoto que tantas cosas va a cambiar en este país.

Qué pactar con quién para ofrecer qué a la desconcertada ciudadanía, que trata de ahorrar gasolina en estas ¿vacaciones? porque ha subido mucho.

Quizá nunca, desde 1982, y, antes, en 1977, unas elecciones significaron tanta posibilidad de dar un vuelco a la nación. Quizá para mejor, no digo yo que no. Ojalá. Pero también puede ser a peor.

Resurrección o seguir cuatro años más con el vía crucis: he ahí el dilema con el que usted se va a encontrar casi inmediatamente después del regreso de la Semana Santa.

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