Opinión

Artur Mas, president (del Barça)

LA TARDE DEL SÁBADO fue más bien convulsa en las inmediaciones del Camp Nou. Todos los candidatos a la presidencia del Barça esperaban tener su noche de gloria tras una encarnizada lucha dialéctica que se remontaba a muchas semanas atrás. Y finalmente, ganó Bartomeu. O, más bien, ganaron todos. Y, por qué no decirlo, ganó Artur Mas. Y digo que ganó Artur Mas porque no dejó de ser sorprendente la participación de todos los candidatos —a saber, Laporta, Freixa, Benedito y Bartomeu— en un acto en el que los cuatro firmaron un documento en el que comprometían al club con el proceso independentista al mismo tiempo que perseguían la foto con el adalid de la 'Catalunya lliure'. El tema ya está muy manido, para qué nos vamos a engañar, pero es que resulta inexplicable la politización de un club de fútbol que no deja de ser eso mismo: veintitantos deportistas a los que, al fin y al cabo, poco les tendría que importar la orientación política del equipo o el presidente que les paga. Lo mismo con el socio, repartido por toda la geografía española e internacional. Y si tanto les importa, para eso están las urnas —las de verdad— cada cuatro años, en el mejor de los casos. 

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