Opinión

Sánchez y Sánchez

La medida de la excelencia en un medio estatal la da un buen servicio a través de sus programas formativos e informativos

NO ES EL modelo, son los modeladores. Olvidemos lo dispuesto en el Boe sobre RTVE y situemos el debate en el terreno político. Lo que pretende el partido que gobierna y lo que trata de impedir el que aspira a gobernar, a la espera de un más o menos próximo cambio de papeles, es el control de TVE. En RNE, a mi juicio, la pugna no es tan drástica.

El recién caído presidente de RTVE, José Manuel Pérez Tornero, basaba su legitimidad en un concurso público y una abrumadora mayoría parlamentaria incluyente de los dos grandes partidos de la centralidad (PSOE y PP). Dudo que, al menos en teoría, haya mejor modelo para un servicio público sometido a exigencias de objetividad, imparcialidad y pluralidad en su tarea formadora de la opinión pública.

Sin embargo, la práctica ha demostrado que la lucha por el poder, en sus versiones más groseras y menos disimuladas, desborda todos los marcos legales, incluida la presión partidista para interrumpir el mandato del presidente de RTVE, que estaba legalmente blindado. Lo que no puede prever el Boe es esa presión, inspirada en un ataque de contrariedad del porqué la televisión pública no marcaba el paso.

Y lo digo con esa crudeza por llamar a las cosas por su nombre y no contribuir al pensamiento confuso que marca el devenir de la banalizada política nacional.

Ergo, no tratemos de suavizar la cruda verdad del culebrón. A saber: la interinidad de Sánchez (Elena) en la presidencia de RTVE (consejera nombrada en su día a propuesta del PSOE y hasta ahora muy crítica con Tornero) es un regalo sobrevenido para la causa electoral de Sánchez (Pedro).

Detrás de todo eso está el nerviosismo del Gobierno por su declinante tendencia en vísperas de las elecciones territoriales de mayo. Eso ya sería suficiente para explicar la caída de Tornero, un estudioso exento de fanatismos ideológicos y urgencias partidistas.

La caída no tiene nada que ver con los índices de audiencia, como se ha dicho. La televisión pública nunca buscó ahí el referente de calidad. Solo faltaba que estuviera obligada a competir con el populismo barato de las cadenas comerciales.

La medida de la excelencia en un medio estatal la da un buen servicio a través de sus programas formativos e informativos. Y en ese sentido, es justo reconocer el excelente trabajo de los profesionales de la casa. Y las excelentes coberturas informativas que RTVE viene haciendo a escala nacional e internacional.

Lo demás es un puro culebrón, que no da para sostener seriamente que el profesor Tornero se había puesto a las órdenes del PP.

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