LA PRIMERA vez que te vi, yo tenía 9 años. Mi vecina Estrella, que era un año mayor que yo, se había apuntado a Baloncesto en el colegio, y yo, todavía no sé muy bien por qué, estaba allí esperándola, observando como ella y sus compañeras no dejaban de reír, correr, jugar con un balón… se las veía felices. La casualidad hizo que fueran impares y alguien me invitó a jugar (aunque todavía no podía, pues era un año más pequeña). Ese fue el momento que marcó gran parte de mi vida. Al año siguiente, como no, empecé en Baloncesto, tú eras "el jefe", había otros, pero estaba claro, el que mandaba eras tú. Y, como no, en aquellos años eras el fundador, el maestro, el chófer, el barrendero, el entrenador, por si alguien aún no lo sabe, del ENSINO.
Hoy soy privilegiada por tener la posibilidad de escribirte en este homenaje, y por ese privilegio, me gustaría expresar los sentimientos de la mayoría de las jugadoras de aquella época, de tu otra familia, que poco a poco construiste, y a la que inculcaste unos valores y un amor al deporte que aún hoy siguen presentes. Vivimos grandes momentos de punta a punta de la ciudad en aquel Citröen dos caballos rojo, que sorprendentemente tenía la capacidad de un monovolumen de siete plazas.
Vivimos grandes momentos en aquellos duelos locales (Ensino A-Xuncas A y Ensino B-Xuncas B y viceversa); rivalidad interna bien fomentada, que con el paso del tiempo, hace que grandes personas naveguen en el mismo barco sin recordar que antaño fueron rivales.
No fui una gran jugadora, pero disfruté al máximo con este deporte en casi todas las vertientes y sigo disfrutando... y eso Fer, te lo debo a ti.
La primera vez que fui a un partido profesional tú me invitaste, eras el entrenador. El entrenador de aquel monstruo de la ciudad que por aquel entonces acaparaba toda la información deportiva de Lugo: El Breogán. Y yo, tenía una entrada con mi nombre. ¡¡¡¡Dios que pedazo de ilusión!!!! Era el partido DYC Breogán-Licor 43.
Y ganaste, ganaron, ganamos.
