AHORA QUE un club de una localidad de 50.000 habitantes, como el Villarreal, se acaba de proclamar campeón de la Europa League y que otro de 19.000, como el Amorebieta, ha logrado el ascenso a Segunda División, parece que ha llegado la revolución de los modestos al fútbol. A ese espíritu debe encomendarse el domingo el CD Lugo en su trascendental partido de Madrid, donde el Rayo Vallecano parte como favorito en su condición de aspirante al ascenso. ¿Por qué no es posible un amorebietazo como el protagonizado por el club vasco (con solo 900 socios y 670.000 euros de presupuesto) hace unos días en Badajoz? El encuentro del domingo es a vida o muerte. Y claro que se puede. Los de Rubén Albés lo saben. En 90 minutos puede ocurrir de todo.
