Del mismo modo que hay el año Beethoven o el año Carballo Calero aquí en Galicia, en Cataluña se celebra en 2020 una especie de año Pujol, coincidiendo con el 90 aniversario del que fue -o eso pensábamos- "molt honorable". Pero mucho nos tememos que las alabanzas que está recibiendo el expresidente de la Generalitat no van a conseguir restaurar su dañada imagen. Y eso que desde distintos sectores de la sociedad catalana se trata de destacar que don Jordi es "historia viva del país", que "siempre ha llevado a Cataluña en la cabeza y en el corazón" -diríamos que también en la cartera- y que merece "todo el reconocimiento". La propia Pilar Rahola, otrora crítica con él, también lo reivindica: "La figura y el legado político de Pujol son más importantes que su escándalo y miserias". Pero a Pujol le pasa como al emérito, que ni siquiera el mejor de los detergentes va a conseguir quitarle las manchas.
¿Quién teme al expresident?
"¿Quién teme a Jordi Pujol?", tituló la tercera de Abc el escritor Manuel Trallero. Es la pregunta que se hace mucha gente viendo que el expresident y gran parte de su clan se fueron de rositas. ¿Acaso dispone de información comprometedora?
