Opinión

Poco que envidiar

Debate Investidura

NO TIENE mucho que envidiarle el Parlamento de Galicia al Congreso de los Diputados en lo que se refiere al nivel de sus políticos y su oratoria. Los insultos y las expresiones procaces, tan habituales en la carrera de San Jerónimo, parecen desterradas de O Hórreo, donde —todo hay que decirlo— no hace mucho eran también frecuentes esos lamentables espectáculos tabernarios. El cambio para mejor se puso de manifiesto este jueves en la última sesión del debate de investidura, donde más allá de las críticas, las discrepancias e incluso la dureza y contundencia con que se expresaron los líderes se impuso el respeto al adversario. No está la cosa para broncas, crispaciones, alusiones personales... Los partidos tomaron buena nota del castigo en las urnas a los populismos y a su forma de hacer política, no exenta de exabruptos. Ahora se imponen otros modos en estos duros tiempos. +

MANOS TENDIDAS A UN ACUERDO. El reelegido Feijóo, que siempre se siente cómodo en el cuerpo a cuerpo, se creció en sus réplicas y, por momentos, estuvo más cáustico que Pontón y Caballero, que también enseñaron las uñas. Ello no impidió que se hablara de voluntad de acuerdos y manos tendidas. Ojalá que esa declaración de intenciones llegue a concretarse en algo positivo.

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