Opinión

Sí, se entierra bien

COMO DECÍA el recordado político Alfredo Pérez Rubalcaba, "en este país se entierra muy bien". Basta con dar un repaso al género obituario y ver el tono hagiográfico e hiperbólico de algunas notas necrológicas. Un ejemplo reciente lo tenemos en Quique San Francisco, a quien llaman ahora "alma libre e indómita" los que no hace mucho lo ponían a caldo por simpatizar con Vox. El humorista, que acabó solo y arruinado, siguió al pie de la letra la filosofía vital de otro espíritu rebelde, George Best (1946-2005), quien en una ocasión llegó a confesar: "Gasté un montón de dinero en coches, alcohol y mujeres; el resto simplemente lo malgasté". Al igual que el mítico futbolista de Belfast, San Francisco vivió cada día como si fuera el último, sin privarse de ningún exceso. Pero la fama no preserva de los instintos autodestructivos. Ni siquiera a un crápula con talento como él, que además era buena persona.

La opinión puede ser volátil
De excesos también podría hablar Boris Johnson, que hasta hace poco era criticado por su gestión errática de la crisis del covid y ahora es elogiado por aplicarse con las vacunas. El primer ministro británico gana 7 puntos en popularidad y por vez primera tiene el apoyo del 52% de los ciudadanos.

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