Opinión

El paracaidista

Un viejo chiste que se oye en los cuarteles dice que "los paracaidistas son los únicos militares que ascienden gracias a los descensos". Aunque no sea más que un ingenioso oxímoron, quizá sirva para desdramatizar lo sucedido el sábado cuando un experimentado cabo se quedó enganchado en una farola cuando bajaba con la bandera durante el desfile de la Fiesta Nacional. Un simple accidente del que nos quedamos con la positiva reacción del público asistente, de la Familia Real y de quienes piden vía internet que en 2020 ese militar repita para desquitarse de la mala experiencia. Lástima que, como bien apuntaba este domingo Marta Rivera, otros quisieran ver en ello una metáfora de esta España nuestra, quizás en contraposición con el hombre volador del 14 de julio francés, que había causado una gran sensación. A esos que siempre celebran lo negativo habría que recordarles que el 12-O no hubo ninguna hecatombe y que son precisamente ellos y su actitud parte del problema de este país. 

Lección vital de un centenario 

Lo anterior conecta con la opinión del misionero gallego de 102 años Andrés Díaz de Rábago. "Hace falta que nos queramos, nos escuchemos y nos entendamos más", dijo el otro día en Compostela.

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