Opinión

Costumbres innegociables

Si algo nos ha enseñado la pandemia es que podemos seguir respirando mientras trabajamos, compramos y nos distraemos a través de una pantalla, la misma que nos pone a un click de distancia de los nuestros o nos ayuda a encontrar el amor. Que es posible vivir como autómatas de expresión blanca quirúrgica sin otro saludo que un frío choque de codos. De hecho, y descartando cualquier teoría ‘trumpiana’, en China apenas han notado cambios. Pero aquí la cosa no va de eso. Los abrazos, los bares y las risas son innegociables, tanto como las tiendas en las que dejarse aconsejar por el dependiente o esos cafés que levantan el ánimo en el trabajo. Ahora toca esperar a la normalidad. Mejor la vieja que la nueva.

Comentarios