Opinión

Un baño futbolístico

Toca hablar de baño futbolístico. De cómo el diez cogía carrerilla, daba varios pasos y… al agua. De entre las olas de Lapamán emergía, segundos después, la figura de Iago Aspas con el brazalete de capitán tatuado. Allí, en el mar del Morrazo que lo vio nacer, estaba sin duda más a gusto que bajo el sol abrasador de Sevilla, donde se concentraba la selección ese día, hace dos semanas. Debí haberlo contado entonces y no ahora, el momento menos oportuno para hablar de él. Pero el baño a Eslovaquia puede preceder, con un rival de altura, a un jarro de agua tan fría como la de Lapamán, donde si el tiempo acompaña podremos seguir viendo a Iago y, eso seguro, divirtiéndonos más que con la selección.

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