Opinión

Un permanente ping-pong

LA POLÍTICA, desde la concepción y la práctica de partido, se entiende como un ejercicio para alcanzar el poder y permanecer en él. Lo que diferencia a un partido de otras organizaciones es ese objetivo de poder para ejecutar un programa. Se pervierte cuando la práctica para ese fin de toma o permanencia en el poder se reduce permanentemente a un ping-pong, en el que toda estrategia y todo esfuerzo se centra en que el competidor tire fuera o pierda la pelota. No hay balance de resultados obtenidos. Hay relato reiterado de las maldades y falsedades del contrario. Se trata de impedir que el otro ocupe espacios de poder.

La relación entre las instituciones con gobierno de color diferente en Lugo estuvo y está marcada y dominada por este juego. Tómese de este mismo verano el esperpéntico número de esa documentación para la rehabilitación del viejo hospital como último ejemplo. Primero, no había entrado en el Concello. Después tardaba meses desde la Xunta en Santiago. Luego, había que entregarla en mano. Y, finalmente, estaba en el Concello en tiempo y con algún trámite realizado.

¿Tan difícil resulta comprobar en un registro de entradas? La rapidez no definirá el funcionamiento de la máquina administrativa pero sí los controles y vericuetos burocráticos. La hipotética playa fluvial es muestra anual y clásica de esta práctica política. Los ciudadanos tienen derecho a saber, sobre todo en asuntos de interés general, la verdad en esta práctica de polémicas que oculta la inoperancia y refleja una concepción del ejercicio de la política entre lo infantiloide o la necesidad de consulta en el diván: responsabilidades siempre ajenas.

¿Por qué no hay realmente playa fluvial en Lugo? Solo sabemos que la Confederación Hidrográfica Miño Sil en los últimos años aparecía siempre como arma explicativa o punitiva en estas batallas.

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