La tragedia de una familia separada por el cierre de fronteras por el covid

Una lucense con su novio retenido en EE.UU. y su hija atrapada en Venezuela se une a un movimiento que urge a abrir las fronteras. Su tía, que vive en Canadá, quedó retenida en Lugo
Andrea y Yanire Meléndez posan con el cartel de 'Love Is Not Tourism'. MARÍA G. MORADO
photo_camera Andrea y Yanire Meléndez posan con el cartel de 'Love Is Not Tourism'. MARÍA G. MORADO

Una boda cancelada, una hija delicada de salud que no puede volver a España, una hermana separada de su marido enfermo en la Uci en Colombia y una tía que lleva seis meses retenida en Lugo sin ver a su familia de Canadá. Esta es la realidad Andrea Meléndez, marcada por el Covid y el cierre de fronteras.

Andrea es española y venezolana. De Venezuela llegó a Lugo hace ya 17 años. Tiene tres hijas y el año pasado conoció de casualidad al que hoy es su pareja. “Él vive en Estados Unidos y yo viajé allí porque mi tía está en Canadá y así nos conocimos”, relata. La última vez que se vieron fue cuando su pareja vino a Lugo de finales de febrero a principios de marzo. Fue un momento especial, ya que él le pidió matrimonio. Tenían pensado una boda modesta, que sin embargo “no pierde el significado”. Se despidieron en Barajas sin saber que una pandemia mundial les restringiría las salidas de sus países y el plan de boda.

Andrea reconoce ser “una activista incansable” y así conoció el movimiento Love is not Tourism, creado para reivindicar que parejas binacionales que no estén casadas puedan viajar. Sin embargo, el coronavirus no sólo ha afectado a su relación sentimental.

Ivana Carmenates Meléndez, su hija, tiene 18 años y estudia Psicología en una universidad en la ciudad de Maracaibo, en Venezuela. Ahora está separada de su madre porque tiene el pasaporte caducado y no se le permite volver. “Mi hija es ciudadana española, es de aquí y tiene pasaporte europeo. Además, está enferma y ni siquiera el gobierno español ha respondido mis emails”, lamentó. Constantemente envía correos electrónicos tanto al Defensor del Pueblo como a los ministerios de Asuntos Exteriores y del Interior, sin obtener respuesta, se lamenta. Reivindica un trámite legal “en manos del consulado español, que podría emitir un salvoconducto” para que su hija viaje con su pasaporte europeo caducado”.

La familia Meléndez espera dos salvoconductos tanto del Gobierno colombiano como del venezolano para poder cruzar la frontera

En tanto, Andrea se encontró viviendo con su tía Yanire, que se quedó atrapada en Lugo sin poder volver a Canadá con su marido. Vino en febrero y el coronavirus le impidió regresar. Por si fuera poco, Yanire sufrió una caída y tuvo que ser operada de urgencia en A Coruña. “La atendieron porque ella pagó, de no ser por eso, se muere”, cuenta Andrea. Ahora, Canadá tiene abierto el viaje a Europa para los canadienses y Yanire por fin vio abierta la posibilidad de volver a su casa.

Enfermedad. Pero el sufrimiento de la familia llega a Colombia, ya que el Covid-19 llevó al cuñado de Andrea a ingresar en la Uci del Hospital Simón Bolivar de Bogotá. Ocurrió mientras su mujer, Kari Meléndez, hermana de la lucense, se encontraba retenida en Venezuela. Había ido allí con sus hijos para renovarles los pasaportes y la crisis sanitaria le pilló por sorpresa. “El drama es abismal. Mientras mi cuñado se encontraba con una posibilidad de vida muy baja al estar enfermo de coronavirus y tener pancreatitis, mi hermana quedó retenida en Venezuela con sus cuatro hijos”, cuenta Andrea. Asimismo, se lamenta de que la solución de su hermana pasa por arriesgar su vida.

La familia Meléndez espera dos salvoconductos tanto del Gobierno colombiano como del venezolano para poder cruzar la frontera. Andrea explica que no podrán pasar en coche sino andando varios kilómetros por un camino llamado "La trochas", marcado por la delincuencia y la guerrilla. Kari viaja con sus cuatro hijos: una chica de 19 años, uno de quince años, uno de siete y un bebé de año y medio. “La guerrilla hasta le puede quitar al de quince años”, teme Yanire.

Cinco países están involucrados en este drama familiar: España, Venezuela, Colombia, Estados Unidos y Canadá. “Estoy tomando antidepresivos, porque a veces me entra la ansiedad y no sé como canalizarlo”, reconoce Andrea, que reclama libertad para reunirse con sus seres queridos y “no más portazos”. Así, hace un llamamiento al Defensor del Pueblo y al presidente, para velar por la salud física y mental del ciudadano.

Comentarios