Opinión

Televenganza

LO QUE no perdonan todos los políticos, nada más llegar al poder (o antes si pueden) es hacerse con el control de la televisión pública, única manera de proyectar sus postulados con garantía de conquista. Nada tiene que ver con la matraca de recuperar la supuesta libertad informativa. No les preocupa ni les interesa. Por eso hacen los barridos que hacen sin objetivar el motivo. Vuelven siempre los arrinconados en los pasillos, adonde regresan los que se van, a la espera de que escampe. Nunca es justo, pues se atenta contra la ética profesional de gente que no se presta a martingalas. No todos se someten a los caprichos de los gobernantes. Pero la purga más brutal la aplica Rosa María Mateo como administradora única de RTVE. En un mes se ha cepillado a unos sesenta profesionales, unos dicen que asumiendo mandatos de la checa, y otros por resentimiento, por cómo la largaron en 1993. Aun si así fuese, ¿merece la pena la vengativa escabechina a solo dos meses de retornar a su cobijo? Cuando se resuelva el concurso público para gobernar el ente, su gestión se diluirá en los posos del cabreo. Con lo bien que estaría a sopitas y buen vino.

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