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Javi López: "El que metió el gol debería estar expulsado"
A cinco minutos de repetir hazaña de ganar el primer partido de Liga siete años después y ante un rival llamado al ascenso en el mes de junio. A cinco minutos de plasmar en la tabla una imagen más que esperanzadora con tres puntos de botín. Cinco minutos, los últimos que hicieron que los ochenta anteriores no valieran más que en el aspecto moral.
Porque el Lugo consiguió dar la cara ante un Málaga al que anuló sobre el césped, con el que sufrió sin claridad a balón parado y frente al que encajó su primera derrota en un debut liguero desde el retorno a Segunda División.
Cuando el balón no estaba de su lado, el cuadro de Javi López quería presionar
Una caída dolorosa por tener la cartera llena y que acabó vacía en dos jugadas aisladas en un duelo que pocas veces se perderá de repetirse más adelante.
La idea era no recular en el comienzo. Con N"Diaye y Recio enfrente apareció una medular física ante la que Seoane y Pita deberían imponer su calidad y veteranía como antídoto. Ahí, en el círculo, suele estar la clave de un Lugo reconocible, con Muñiz y Jona como novedades y un estilo que intentó situar el esférico sobre la escasa hierba de un Ángel Carro con demasiadas calvas.
Cuando el balón no estaba de su lado, el cuadro de Javi López quería presionar. La intención era evitar el dominio ajeno y lograr el robo propio en zonas peligrosas. Así llegó el primer gol de la temporada para dar la bienvenida a la 2018-2019 de la mejor forma. Poniéndose en ventaja ante un gigante del fútbol español.
La presión cerca del área andaluza generó una pérdida que el cuadro rojiblanco convirtió en un pase a Cristian Herrera, que definió ante Munir en el mano a mano. Había tardado tres jornadas en anotar el pasado curso con Francisco. Lo hizo a los seis minutos en esta campaña para situar el duelo donde quería.
Fue un bofetón al Málaga. Un aviso de que el nombre no lo es todo en Segunda, ni tampoco el presupuesto o la plantilla. Sin embargo, la exigencia también espolea a veces, y el cuadro de Muñiz avanzó metros enrabietado para rozar el empate con Renato.
Este Lugo supo que el modo de controlar al contrario era el esférico y lo tuvo de su lado para avanzar siempre con cautela, sin riesgos de contragolpes peligrosos.
Como si fuera un opiáceo, el cuadro lucense durmió el partido. Lo acunó con naturalidad, sin más sobresaltos que el balón parado. La pelea constante de Jona y Cristian, su buena colocación y las ayudas de Juan Muñiz e Iriome permitieron que los espacios escaseasen para el centro del campo del Málaga.
Pero el Lugo reculó ante el empuje rival en la reanudación. El Málaga adelantó su bloque y le dio energía a su juego para complicar a los de Javi López.
La gran oportunidad fue de Juan Muñiz, que enganchó un balón dentro del área producto de la lucha de Jona y Cristian Herrera. El asturiano no precisó y Munir desbarató una ocasión que habría sido definitiva.
El ex del Spórting fue clave en el control del centro del campo malagueño. Pero su desgaste en la presión y las ayudas a Pita y Seoane le pasaron factura y fue sustituído por Campillo.
Sin claridad en el ataque, el Málaga asustaba en la estrategia
Necesitaba fuerzas el cuadro rojiblanco, que ya vivía en terreno propio para aguantar con orden el ataque del Málaga.
Aburjania entró por Jona para blindar un centro del campo que sufría. Cristian ejerció de referencia arriba y el georgiano si situó por delante de los dos mediocentros pero lo suficientemente cerca como para ayudarlos en los repliegues y dar continuidad a las acciones ofensivas.
Sin claridad en el ataque, el Málaga asustaba en la estrategia, donde sufrió por las dudas de la defensa y que acabó pagando con el 1-2.
La cabeza de Campillo se quedó cerca de cerrar el duelo. El centro lateral de Leuko fue demasiado alto, y el madrileño apenas pudo conectar la pelota sin precisión. Eran acciones aisladas, arreones de unos y otros en un océano en calma, pero con la tensión de que surgiera una ola peligrosa para llevar al Lugo a la orilla del triunfo o a tragar salitre bajo el agua.
De la nada, en tres minutos, remontó el Málaga. El empate llegó en una jugada inocua en banda izquierda. Fue una llegada a trompicones, por empuje más que por acierto para meter un centro lateral que no consiguieron cerrar ni Juan Carlos ni Leuko y Juankar, en boca de gol, cayéndose hasta en dos ocasiones, tiró por tierra todo el buen trabajo lucense.
Aún fue peor el tsunami. N"Diaye remató de cabeza dentro del área para dejar a los de Javi López sin un premio que hubieran merecido por juego y actitud.
