Implantes turcos contra la alopecia

Después de años de dudas y concienzudas búsquedas por internet, Mario Rodríguez se decidió a viajar a Estambul para hacerse un injerto de cabello. No conocía a ningún otro lucense que lo hubiera hecho y hasta llegó a pensar que quizás era el primero. Dos semanas después de la intervención tiene clarísimo que no

Mario Rodríguez, en una foto de esta semana
photo_camera Mario Rodríguez, en una foto de esta semana

ES YA UN LUGAR común. Las embarazadas no paran de cruzarse con otras embarazadas por la calle. Los que llevan el brazo en cabestrillo por una fractura, con otros escayolados. Mario Rodríguez estaba hace 15 días haciendo turismo por Estambul y viendo continuamente a otros hombres con vendas en la cabeza. En el aeropuerto, para tomar el avión de regreso, se cansó de contarlos: eran legión y de todas las nacionalidades, muchísimos españoles.

Este meirense de 47 años empezó a perder pelo en la treintena, fruto del estrés laboral. Tiene claro que ese el origen de su alopecia, un problema que lo convierte en una rareza en su familia. «Ni mi padre, ni mis abuelos... Un tío político, sí. Pero tengo 34 primos y solo dos son calvos», explica. Poco a poco, la línea del crecimiento del cabello parecía moverse hacia atrás y ese desplazamiento se iba haciendo visible. «Mi peluquero me decía que cada vez tenía más entradas», apunta.

Hace tres años hizo un primer intento de ponerle coto a ese avance acudiendo a la sucursal de una clínica muy televisiva en A Coruña, pero lo que le ofrecieron no le convenció. El método que le proponían le parecía demasiado extremo -extirparle una tira de piel con pelo de la parte posterior de la cabeza, extraer el pelo e implantárselo folículo a folículo- y el precio -12.000 euros- demasiado alto. Desistió, pero siguió buscando.

Su principal canal de información acabó siendo Youtube, donde se topó con el vídeo de un chico de 21 años que, tras encontrarse a sí mismo mirando con envidia el pelo de un actor, decidió hacerse un implante en Barcelona. Con el tiempo y para lograr más densidad de cabello se sometió a un segundo en Turquía. El primero le había costado 15.000 euros y el turco no llegó a los 3.000.

CAPITAL. A partir de entonces, Mario empezó a contemplar la posibilidad de imitarle. Su búsqueda es, en realidad, la de miles de españoles y decenas y decenas de miles de hombres de todo el mundo que han convertido a Estambul en la capital del injerto capilar, gracias a su oferta de clínicas y sus precios competitivos.

MECA DEL INJERTO
Cientos de clínicas turcas hacen implantes a buen precio gracias a las subvenciones del gobierno del turismo sanitario

En realidad, y aunque en España haya cuajado especialmente ese servicio, Turquía es un país que ha hecho una fortísima inversión en promover el turismo sanitario y lleva años recogiendo sus frutos en distintos servicios. Muchísimos foráneos viajan a su capital para recibir tratamientos oncológicos, por ejemplo, o un trasplante de riñón o hígado de vivo. El presidente Erdogan logró con esa inyección económica recuperar un sector que se había visto afectado por cierta proyección de inseguridad, reorientándolo hacia la sanidad. Es precisamente esa fuente de subvenciones lo que permite ofrecer por menos de 3.000 euros paquetes de implante capilar, varias noches en hotel de cinco estrellas, servicios de intérprete y traslados.

CLIENTELA
La mayoría de empresas cuentan con un comercial en España que fue con anterioridad un cliente y también recibió un injerto

Mario Rodríguez acabó contactando con Clinifue, una empresa que cuenta con un delegado comercial en España, concretamente en Murcia, que fue con anterioridad un cliente. Ese modelo parecer ser habitual en las del sector porque así los interesados hablan con alguien del país, que además les puede remitir a su experiencia directa, mandándoles fotos del antes y del ahora.

La oferta es ya tan amplia, como demuestra una búsqueda somera en Google, que Mario admite que no es fácil elegir. Los que buscan se fijan en la impresión general de la web y de los comerciales, en el dinero y en el número de folículos que la intervención incluye. Como las empresas lo saben, en eso se centran, algunas con ofertas sospechosas. «A mí me llegaron a ofrecer un trasplante con 5.000 folículos por 900 euros. Me parecía una aberración. Hay muchas empresas que no te dan confianza», advierte.

Finalmente, aprovechando una oferta que le obligaba a viajar a Estambul en unos días concretos, le salió en 2.200 euros en vez de los 2.500 que costaba inicialmente. Su mujer y él compraron sendos billetes de avión y hace un par de semanas se presentaron ante un chófer con un cartel con su nombre en el aeropuerto de Atatürk para ser conducidos a un céntrico hotel. A la mañana siguiente, tras una analítica de sangre completa y un afeitado de cabeza, Mario recibió su implante de pelo.

PROCESO
Se extirpa, uno a uno, el pelo de la nuca, barba o pecho y se coloca en la parte superior de la cabeza del cliente

Se trata en realidad de un autoimplante. Se retira pelo de la zona de la nuca (normalmente la más poblada) uno a uno y se implanta posteriormente en la parte superior de la cabeza. Evidentemente, es un proceso muy personalizado. «Por ejemplo insisten mucho en que decidas si estás satisfecho con la línea de nacimiento del cabello. Quieren que quede natural. A mí, por ejemplo, me la dibujaron un poco más atrás que la de otros chicos más jóvenes», explica Mario. Si el cliente no tiene pelo en la cabeza, se lo extirpan del pecho o la barba.

NUEVE HORAS. Le colocaron 4.200 folículos. Nueve horas de trabajo minucioso, en el que el estuvo acompañado parte del tiempo por el intérprete para entender las indicaciones del médico. Los días posteriores acudió a la clínica a hacerse curas y a aprender a lavarse la cabeza, una de las numerosas precauciones que tuvo que tomar a posteriori. «No puedes hacer ejercicio, no puedes sudar, no te puede dar el sol. No puedes beber alcohol y no conviene que fumes. Los primeros días tienes que dormir incorporado, con una almohada especial que impide que la roce el pelo. Tampoco te puedes rascar. A mí me hicieron el implante con punta de zafiro que parece ser que supone mucho menos picor que la convencional. Yo no sufrí picor pero hay gente que lo pasa realmente mal», dice.

La clínica hace un seguimiento por whatsapp, por un grupo privado, con Mario. Este envía fotos de su cabeza y plantea cualquier consulta. Sigue activo durante un año porque, aunque inicialmente está muy satisfecho con el resultado, este no es definitivo. Sabe que se le va a caer todo el pelo y después volverá a salir. Ahí podrá comprobar la verdadera eficacia del proceso. Es optimista. «Yo me veo volviendo el año que viene de nuevo para tener más densidad», dice y admite que amigos y familiares suelen coincidir en que parece haber sido un éxito. Al mismo tiempo, sigue en contacto con otros españoles que fueron intervenidos en la misma clínica y se comunican unos a otros sus respectivas evoluciones capilares. Mario está tan convencido de la eficacia del método que le gustaría incluso trabajar para esa empresa.

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