Opinión

Pedro, Pablo y el incidente de Antioquía

[LA CAMPAÑA DE COTA]

EL INCIDENTE de Antioquía, que usted conoce porque ha leído mil veces la epístola de Pablo a los Gálatas, llevó a una fuerte discusión entre el propio Pablo y Pedro. A Pablo le contaron que Pedro estaba predicando el cristianismo en plan rollo izquierdita cobarde, dirigiéndose a los gentiles, comiendo con ellos, dándoles besitos y tal. Eso a Pablo le resultó tremendo, pues desde su postura ortodoxa creía que solamente los judíos podían ser cristianos. Entre otras cosas, las dos corrientes lideradas por cada uno de los apóstoles discutían si los niños cristianos habían de ser circuncidados. Pablo decía que sí y Pedro que no.

Pablo se fue hecho una furia a Antioquía, donde andaba Pedro, para enfrentarse a él. Discutieron bravamente un acuerdo de Gobierno y Pedro apenas ofreció a Pablo una vicepresidencia y tres ministerios sociales sin contenido ni presupuesto. Pablo se fue de ahí tope mosca al ver que muchos se ponían de parte de Pedro. Luego murieron los dos martirizados en Roma, el uno crucificado boca abajo en un circo y el otro, Pablo, decapitado, ambos por obra de Nerón.

Tras aquella santa discusión se impuso Pedro, pero tuvo que pactar con Pablo, pues no era cosa de perder el Gobierno de la cristiandad en un momento tan delicado. Era la única opción. Eran uno y el otro los pilares de la Iglesia, más Pedro que Pablo. Pedro era obispo, el designado por Jesús para expandir su mensaje y Pablo no, pero ambos entendieron que había que pactar. Pablo acabó predicando entre los gentiles, lo que prueba que tuvo que ceder y aceptar la propuesta de Pedro, pero a cambio, Pedro admitió que Pablo siguiera predicando y trabajando a su lado por el bien de todos los españoles.

Hace un par de semanas, Pedro no podría dormir tranquilo con Pablo en un Gobierno. Pablo hizo campaña ofreciendo apoyo a Pedro, tendiéndole una mano que era rechazada una y otra vez. El martes, un día y medio después del recuento, siete meses después del Incidente de Antioquía, Pedro y Pablo firmaban un acuerdo, se abrazaban y Pedro tendió la mano a Pablo tantas veces como se la había negado. Es como el dicho de las alforjas y los viajes pero al revés: para estas alforjas no hacía falta tanto viaje. Un viaje que duró siete meses durante los cuales Pedro perdió tres escaños y la mayoría absoluta en el Senado para llegar con las alforjas un poco más vacías. Pablo, por su parte se dejó a siete fieles.

Fue la debilidad mutua la que precipitó el acuerdo. Hace siete meses, en Antioquía, ambos se sentían con fuerza suficiente para plantar cara al otro, para tensar la situación hasta escenificar una ruptura. Finalmente, tuvieron que entender que si no se unían, el cristianismo podría hundirse. Ahora, la fortaleza que no podían exhibir por separado sólo podría lograrse conjuntamente. Pensaron que ya se decidirá si a los niños españoles hay que circuncidarlos. Lo importante es la alianza, que puede durar lo que dure, y sobre todo impedir que Nerón siga viniéndose arriba y acabe crucificando a uno y decapitando al otro.

La muerte de Albert, el terrible crecimiento de Abascal y la consolidación de Casado, son circunstancias vistas por Pedro y Pablo como un elemento más para favorecer la concordia. Robustecer sus posiciones comunes y tratar de entenderse a medio plazo en lo de la circuncisión es la única manera de sobrevivir, pues la alternativa era montar dos Incidentes de Antioquía cada año y seguir debilitándose, perdiendo cada día a miles de judíos y gentiles.

Los enemigos de Pedro y de Pablo, a pesar de sus diferencias, se rearman y se unen, mientras los que directamente no quieren ser cristianos crecen cada día en Euskadi, en Catalunya y también en Galiza, aunque aquí más lentamente.

El Incidente de Antioquía es visto por algunos teólogos como un tremendo error. Escenificar ante fieles e infieles un desencuentro mermó la credibilidad de Pedro y de Pablo. Pero otros sostienen que el posterior acuerdo no se hubiera producido sin aquel encontronazo previo. Los últimos tienen razón, a mi entender, pues basta con ver cómo funciona el Vaticano. Probablemente, sin aquel enfrentamiento entre Pedro y Pablo y la posterior reconciliación, hoy habría en el mundo cuatro cristianos coptos y nada más.

Tras el sorpresivo acuerdo, algunos de los rivales ofrecieron a Pedro alianzas tratando de evitar en el último segundo la alianza con Pablo. Cayetana e Inés propusieron una gran asociación, pero Pedro no tuvo opción. Pactar con los amigos de Nerón equivalía para Pedro a viajar a Roma, dirigirse al Coliseo y crucificarse boca abajo. No hay más misterio: Pedro, en el suceso de Antioquía quiso acabar con Pablo. Luego, al cabo de siete meses, viendo que Pablo seguía vivo y que era menos arriesgado pactar con él que hundir al cristianismo, lo llamó.

Entiendo que usted discuta la analogía entre la fundación del cristianismo y el Gobierno de España. Concuerdo plenamente, pero no soy yo quien bautizó a Pedro y a Pablo. Las quejas, a Juan el Bautista.

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