LOS SEGUNDOS mandatos no son buenos para los independientes, a tenor de las estadísticas. El desgaste causa fisuras en estos proyectos personalistas. El abandono de Jesús Otero, por razones de índole privada y tras ajustar cuentas con Gato al arrebatarle la alcaldía, provoca que Inta haga mutis por el foro en Monterroso. Otero siempre se va en silencio. Este artista del disimulo mantuvo en secreto un mes que estaba inhabilitado como alcalde. La marcha de Manuel Varela al PP, seducido por una plaza en el Senado, deja huérfana a Inta en Chantada. Cuando podía crecer con nuevas listas para pelear por un diputado provincial en el partido chantadés, o liarla aliándose con Martínez en el de Lugo, Inta se disuelve como un azucarillo.
