Opinión

Lo mejor es borrarlo todo

EL PRIMER mandamiento del mal periodista tiene mucho más predicamento del que pueda parecer. Es aquello de «No dejes que la realidad te estropee un buen titular». Los buenos titulares se cotizan una barbaridad porque son el paisaje en que se desarrolla la acción. La realidad no debe interponerse jamás en una buena farsa.

En Brasil estas cosas se las toman al pie de la letra. Una cadena que rodaba allí una serie sobre la Biblia eliminó esa realidad en forma de pinturas rupestres que quedaban fatal. Puestos en la disyuntiva de rodar en otra parte o solucionarlo por las bravas, optaron por la segunda opción: un poquito de cal en las paredes de la cueva y... ¡Acción!

Y ahora ya no hay testimonios de la vida hace cuatro mil años de antigüedad que lo echen todo a perder. Es una suerte que no les haya parecido Altamira un buen lugar para rodar porque los isontes que tanto aguantaron iban a sucumbir tal vez en una recreación de Sodoma y Gomorrra.


Cuando vayan a rodar a Jesús predicando pueden arrancar el Pan de Azúcar de Río de Janeiro y pasearlo sobre una balsa por el Orinoco que seguro que queda impactante. Se montó mucho revuelo con lo de borrar las pinturas rupestres sin ningún motivo. Pero estaban bien documentadas así que no tienen más que repasarlas a rotulador y nadie notará nada.

La tontería les salió en 429.000. Si en Brasil las multas van en consonancia, con lo que les dan por cuatro o cinco árboles amortizan la deforestación del Amazonas.

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