Opinión

Maquillaje gubernamental

Esta semana se ha resuelto un concurso para maquillar y peinar al presidente y miembros del Gobierno cuando comparecen en Moncloa Se ha adjudicado por casi 20.000 euros anuales, siendo el contrato prorrogable hasta 80.750 euros en cuatro años. 

No es nuevo esto de componer los tipos a costa del Presupuesto. O al menos de intentarlo, porque los hay que no hay quien los componga. Digo lo del tipo porque hace muchos años asumí la defensa de los intereses de una buena mujer, pues los propietarios de un restaurante que colindaba con su vivienda no respetaban el vado de acceso a su cochera, y le impedían sacar su automóvil. Recuerdo que me dijo: «abusan porque yo salgo muy poco, ¿sabe usted por qué? Por el tipo, por no ponerme el sujetador por la cosa del tipo». Y es que tenía un busto exagerado que dificultaba su arreglo para salir. 

Dicho eso, y sentado que algunos tipos pueden irremediablemente comprometer, se quiera o no, el éxito de los servicios especializados de imagen, así se menciona en el concurso la actividad a prestar por la contratada, que ha sido una maquilladora que viene asumiendo tal cometido al servicio del Gobierno desde 2017, ya por tanto con el Ejecutivo de Rajoy. Ya sabemos a partir de ahora que las mejoras estéticas del señor Sánchez y de los ministros comparecientes en Moncloa las sufragamos los contribuyentes. Será para que nos agraden más sus alocuciones, aunque me temo que por muy peinados o en el caso del vicepresidente segundo, compuesto su moño, que comparezcan, el resultado no va a variar. Gustarán a unos siempre, aunque no se hubiera tratado su imagen con especialización, a otros según lo que digan y a algunos nunca. 

Sabemos de alguno en el pasado que tenía planchadora en las dependencias de su gabinete, pues era obsesivo con la ralla del pantalón, de otro que exigía que en el aseo hubiera siempre gomina ‘presupuestaria’ pues era adquirida con recursos públicos, y otros hombres y mujeres que entendieron que lo de la imagen incluía el vestuario, y por tanto el Estado o el partido lo debían financiar, en este caso con distinto resultado, pues en el de una directora de la televisión pública tuvo que abonar los importes al ser condenada y en otro, como el de un presidente del Tribunal Constitucional, la Justicia entendió que su elegancia debía pagarla el respetable, que es el que provee de recursos al Presupuesto. 

Nunca he entendido por qué alguna gente cuando tiene una responsabilidad pública o empresarial de relevancia y a veces de menos relevancia, cree, y aún menos por qué lo cree, que su atavío es cosa que ha de ser sufragada por las cuentas públicas o privadas que administran. No creo que se elija a nadie para una función pública o para dirigir una entidad privada por su elegancia, aunque, no estoy la verdad muy seguro de ello. 

En todo caso, parece un despilfarro dedicar recursos de imagen a misiones imposibles, y qué quieren que les diga, el mejor destino de las coletas de los varones a mí me parece que es cortarlas, sin que ello implique discriminación, porque salvo los matadores de toros sin ellas pueden todos seguir en la lidia. 

Y además, qué ahorro, en tiempos en lo que hay que economizar dejar en manos y a cargo de los bolsillos de los protagonistas su preciada imagen.

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