"Linita ya sabe que no tiene papá"

La médica Lina Álvarez, que dio a luz a los 62 años a una niña, asegura que ella y su hija son muy felices y que, cuatro años después, la pequeña todavía es conocida como "Niña Milagro"
Lina Álvarez, con dos de sus tres hijos, Linita y Xiqui, y Brian, en el centro, unido ahora a la familia. SEBAS SENANDE
photo_camera Lina Álvarez, con dos de sus tres hijos, Linita y Xiqui, y Brian, en el centro, unido ahora a la familia. SEBAS SENANDE

Linita tiene, a sus cuatro años y con sus inmensos ojos azules, cara de no haber roto nunca un plato. Sin embargo, se la ve inquieta por naturaleza y con ganas de jugar. Hace unos días, comenzó su segundo año de colegio en los Maristas, como cualquier otra niña de su edad.

También su madre, Lina Álvarez, encara este nuevo año académico como cualquier otra madre más, con emoción y viendo a su hija crecer. La diferencia es que esta mujer tiene 66 años y que, pese a la edad, está al frente de una familia numerosa que ella sola creó cuando ya llevaba años con la menopausia y pese a que su hijo mayor, Xiqui, sufre una parálisis cerebral que ella achaca a una amniocentesis mal hecha durante el embarazo.

"A mis 66 años, me siento superfeliz y mis hijos también. Me pasé diecisiete años enfrentándome sola al cuidado de mi hijo mayor, que no habla y se atraganta mucho, además de otras discapacidades derivadas de la hemorragia cerebral provocada durante la amniocentesis. No sabía cómo salir de esa situación y vi la solución aumentando la familia, para que él se viese protegido cuando creciese", apunta Lina Álvarez.

Como no tenía pareja y llevaba años con la menopausia, esta médica —con consulta en el centro de salud de Fingoi— se hizo dos fecundaciones in vitro. La primera, a los 52; la segunda, diez años después. Así nacieron sus otros dos hijos: Samuel, que tiene ahora 14 años, y Linita, con 4.

"A Linita todavía la conocen como "La Niña Milagro" y yo, con 66 años, estoy de maravilla. Los embarazos me rejuvenecieron. Creo que mi recompensa a tantos años de sufrimiento y lucha llegó con mis hijos, aunque fuera a esas edades. Esto es algo muy difícil de entender, por eso algunos me tratan aún de loca", afirma.

Xiqui encontró en sus hermanos el colchón familiar que le aporta más seguridad en su vida diaria. Samuel creció dando apoyo a su hermano y ahora Linita también se va haciendo mayor en una familia donde la madre tiene 66 años y donde no existe la figura del padre para dos de los tres chicos. "Linita es una niña muy feliz y, a su edad, ya sabe que no tiene papá y lo asume muy bien. Mi proyecto de vida es, a mi edad, sacar adelante a mis hijos. Por eso, aún no me jubilo", dice la madre.

Un compañero para Xiqui

En casa de Lina Álvarez, ahora mismo ya no son cuatro. Son cinco. Hace solo unos meses, se acaba de incorporar Brian, un joven recién llegado de Colombia para cuidar y, sobre todo, hacer compañía a Xiqui.

"Encajaron muy bien los dos. A Xiqui, tener un chico a su lado, que lo acompañe a todas partes y al que pueda contarle sus cosas, le vale mucho. Al ser de una edad similar, mejor que mejor. Así que, ahora, Brian también forma parte de nuestra familia", asegura Lina Álvarez.

Lucha
La historia de esta mujer no deja de ser la de una auténtica madre coraje. Desde que nació Xiqui, esta médica recurrió varias veces a los tribunales para probar que la parálisis cerebral de su hijo mayor fue consecuencia de un terrible error médico. Los pleitos le llevaron al embargo de su sueldo durante años, pese a que cuidar de un hijo así supone un cúmulo de gastos. Ahora su vida cambió y, a sus 66, se atreve a decir que recuperó la juventud.

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