Opinión

La aplicación del verano

LA CANCIÓN del verano resultó ser esa aplicación que te saca una foto ahora y te devuelve a ti mismo en una vejez improbable. Lo que no vi es qué pasa si se saca una foto alguien de noventa años. ¿Cómo te enseña exactamente? Da igual, el tema es que es un fraude. La aplicación convierte a todo el mundo a esos señores mayores de los anuncios de audífonos o de yogures milagrosos que andan como aviones: conservan todo el pelo, están delgados como un palo, no les crecieron las orejas ni les salieron pelos encima de la nariz, llevan con orgullo su vitalidad y aparentan no saber lo que es una colonoscopia más que de oídas. La aplicación ni siquiera te deja papada, te apaga el brillo en la mirada o te coloca bolsas en los ojos. Por no ponerte, no te pone ni arrugas de más y ya no digamos verrugas. Todo eso son cuestiones que no necesitamos saber. Para ellos la vejez no es un deterioro, es solo un tránsito: un caminar hacia el consumo de otros productos algo diferentes de los que compramos a los 25, pero haciendo gasto igualmente, aunque sea en gorras de béisbol que no volverán a sentarnos bien. Luego está el espinoso asunto del análisis facial que nos hacen cuando nos sacamos la foto y que va a parar a alguna parte en Rusia. Claro que eso es lo de menos. Se piden disculpas, se dice que no pasa nada y que todos queremos vernos así de estupendos a los 82. Yo vivo frente a un centro de salud y, aunque no soy informático, tengo ojos en la cara así que le voy a evitar un desengaño: la aplicación no funciona.