El juzgado inicia el expediente para declarar la muerte de Sonia Iglesias

El procedimiento se abre a petición de su hijo y tras cumplirse diez años de su desaparición
Manifestación cinco años después de la desaparición de Sonia Iglesias. ARCHIVO
photo_camera Manifestación cinco años después de la desaparición de Sonia Iglesias. ARCHIVO

El Juzgado de Primera Instancia número cinco de Pontevedra acaba de iniciar el expediente de declaración de fallecimiento de Sonia Iglesias Eirín, la pontevedresa de 37 años desaparecida el 18 de agosto de 2010. El procedimiento se abre a petición de su hijo, Alejandro Araújo Iglesias, cuando se han cumplido diez años desde que se la viera por última vez.

El auto judicial, que se firmó el martes pasado, hace constar el último domicilio de Sonia, en la plaza Campo da Torre, y su carné de identidad. "Se hace público para que los que tengan noticias de su existencia puedan ponerlas en conocimiento de este Juzgado y ser oídos", recoge el dictamen.

La concesión de una declaración de este tipo debe cumplir con una serie de requisitos. Uno de ellos tiene que ver con el tiempo transcurrido desde la ausencia de la persona, que por lo general suele situarse en los diez años desde su desaparición, como estipula el Código Civil.

La misma norma establece que la resolución judicial debe fijar la fecha oficial de la muerte de un ausente, en este caso, la de Sonia Iglesias Eirín. El expediente también permitirá desbloquear la posible herencia, a la que los beneficiarios podrán acceder de forma gratuita cinco años después de que se resuelva este trámite.

JULIO ARAÚJO. La declaración impulsada por Alejandro Araújo Iglesias se produce en un año trascendental en el caso que rodea a la desaparición de su madre. Su padre, Julio Araújo, que la Policía consideró el principal sospechoso, falleció el pasado mes de septiembre tras una larga enfermedad. Tenía 62 años.

El que fuera pareja de Sonia Iglesias fue el foco de todas las miradas casi desde el día siguiente de que trascendiese la desaparición de la dependienta de la tienda que Massimo Dutti tiene en la calle Benito Corbal. Por aquel entonces, en verano de 2010, Alejandro tenía ocho años. Estaba a punto de cumplir nueve.

Pero no fue hasta 2012, dos años después de que se le perdiera la pista a la madre de su hijo, cuando el juzgado lo llamó a declarar. Aunque sobre él pesó una imputación por presunta detención ilegal, la Justicia acabó anulando la acusación por falta de pruebas.

Esta circunstancia provocó que en 2014 se archivara el caso Sonia por primera vez, aunque de forma provisional. En 2017, el mismo juzgado, el de Instrucción número tres, especializado en violencia de género, retomaba la investigación, aunque de manera secreta.

Las diligencias abiertas entonces se hicieron públicas de 2018 en el marco de una gran operación policial en la vivienda de la familia Araújo. El 20 de febrero de aquel año, agentes de distintos cuerpos de la Policía Nacional de Pontevedra y Madrid llegaban a San Amaro para buscar algún indicio de la desaparición de Sonia Iglesias. Supervisaron, sin éxito, un pozo, la fosa séptica y los terrenos de la casa.

Al día siguiente, 21 de febrero, continuaron los registros en San Amaro -también sin éxito- y Julio Araújo y su hermano David fueron citados por la Policía para declarar en la Comisaría Provincial. A ambos se les investigaba por un presunto delito de homicidio, un cargo por el que nunca estuvieron imputados en vía judicial ante la ausencia de pruebas.

Los hermanos se acogieron a su derecho de no declarar y abandonaron la sede de Joaquín Costa en medio de una nube de periodistas. El silencio de Araújo fue, entonces y desde la desaparición de Sonia, sepulcral,

TODOS SOMOS SONIA. La desaparición de Sonia Iglesias generó una gran conmoción en Pontevedra, que siempre arropó a su familia con multitudinarias manifestaciones, y en el resto de España.

Cada 18 de agosto desde 2010, el movimiento "Todos somos Sonia" salía a la calle a reclamar que el caso no cayese en el olvido. El aniversario de este año no se reivindicó por expreso deseo de sus familiares. Los carteles con su foto aún pueden verse en algunas zonas de Pontevedra, su ciudad.

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