Huelga histórica en el fútbol femenino

Balón

El fútbol femenino ha experimentado un gran crecimiento durante la última década. En este periodo de tiempo se han multiplicado los clubes, la afición y la calidad de las jugadoras. A pesar de ello, su práctica se remonta al siglo XIX en la ciudad de Glasgow, Escocia. La urbe escocesa acogió el primer partido de fútbol moderno entre mujeres de la historia en 1892. Un encuentro que disputaron dos clubes locales. Dos años después, Nettie Honeyball, una activista por los derechos de la mujer, fundó el British Ladies Football Club, el primer equipo de fútbol femenino de la historia. Este club se convirtió en un auténtico símbolo de la lucha por la emancipación de la mujer.

Más de 100 años después, el fútbol femenino sigue reivindicando unas mínimas condiciones laborales que acompañen al crecimiento que ha experimentado en los últimos tiempos. Una situación que ha desembocado en la primera huelga del fútbol femenino a nivel mundial, que se llevó a cabo en la Primera División Femenina de España el fin de semana del 16 y 17 de noviembre. Un paro definitivo que se extenderá al resto de fines de semana de la temporada 2019/2020 hasta que haya un acuerdo entre las partes implicadas en la negociación. Esta huelga también afecta de forma colateral al mundo de las apuestas deportivas, así como a las páginas especializadas en bonos de apuestas. En cualquier caso, esta medida se presenta necesaria para desbloquear la negociación por un convenio colectivo que se ha prolongado durante los últimos trece meses. 

Las futbolistas españolas luchan por la igualdad reivindicando un convenio profesional que regule unas mínimas condiciones laborales. Sin embargo, las exigencias económicas y sociales de las futbolistas se han encontrado con la reiterada negativa de la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino (ACFF). El sueldo mínimo y la parcialidad de los contratos son los principales escollos que separan a patronal y sindicatos. En un primer momento, las jugadoras solicitaban un sueldo bruto de 20.000 euros anuales, aunque luego rebajaron sus pretensiones a 16.000 euros tras la contraoferta de la ACFF, que puso el límite en los 13.000 euros. Por otra parte, los sindicatos también piden una parcialidad mínima del 75%, que dejaría el salario mínimo en 12.000 euros. A pesar de ello, los clubes no pasan del 50%, es decir, unos 8.000 euros.

Una diferencia insalvable que ha provocado la intervención del Gobierno, que a través de la Dirección General de Trabajo ha intentado mediar en la negociación entre la patronal y sindicatos.  El organismo público ha propuesto un salario mínimo de 16.000 euros con un 75% de parcialidad, pero también se ha encontrado con el rechazo de los clubes. Una situación que ha convertido la huelga en inevitable en la Primera División Femenina de España, afectando a los ocho partidos de la novena jornada de la temporada, entre ellos el Deportivo Abanca contra el EDF Logroño. Un parón con el que el fútbol femenino español pretende desbloquear la negociación y hacer historia, convirtiéndose en un ejemplo a nivel mundial.