Opinión

Heridas sin cerrar

40 AÑOS se cumplen hoy del 23-F. Para unos, los de mayor edad, parece que fue ayer. Para otros, los que ni siquiera habían nacido, una anécdota con tintes cómicos: guardias civiles entrando en el hemiciclo, disparando al techo del Congreso, diputados refugiados bajo el escaño y un señor de bigote —muchos alumnos ignoran hoy quién es Tejero— gritando el famoso "¡se sienten, coño!". Cuatro décadas después de aquel esperpento —rememorado por los exdiputados por Lugo Pablo Pardo y Otero Novas en un excelente reportaje de Sabela Corbelle publicado el domingo—, quedan aún heridas por cicatrizar, dudas por despejar y aspectos por conocer. Algunos sostienen que la democracia española no es plena. Seguro que tiene imperfecciones y que precisa "un contrato social" que sustituya al de la Transición, como expone el profesor Antón Costas. Pero gracias a este sistema llegamos hasta aquí, tras una larga dictadura, conviviendo en paz, libertad, armonía y respeto. Unos valores que no deberíamos perder.

La clave es la responsabilidad

De todos y cada uno de nosotros dependerá que la desescalada sea un éxito, reiteró ayer Feijóo. Si ponemos la salud y la seguridad en el centro de nuestras preocupaciones, no habrá vuelta atrás.

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