TIENE RAZÓN Marta Rivera, actual consejera de Cultura de Madrid con Ciudadanos, escritora y colaboradora de este diario, cuando dice que en ocasiones el ministro José Luis Ábalos habla como si tuviera un palillo entre los dientes. Se trata —vaya por delante— de uno de los principales hombres del presidente y quizá del más dotado políticamente de cuantos rodean a Sánchez en la bancada socialista del Consejo de Ministros. Por ello no se entiende que empleara un tono tan subido —por no decir chulesco— para referirse a su encuentro con Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Venezuela. Sobre todo cuando lo que se le critica no es tanto que se reuniera con la número dos de Maduro —que también— como que haya ofrecido hasta media docena de versiones sobre el encuentro. En un caso como este quizá le ha faltado el aplomo que mostró en su día Pío Cabanillas Gallas cuando le comunicaron que pedían su cabeza. «¡Será para usarla!», había apostillado sin inmutarse el político gallego.
Un bucle catalán interminable
Cataluña, el eterno problema. Cada día un nuevo enredo. Y todo ello en un clima de división entre los propios secesionistas y entre los que no lo son.
