Opinión

El gran enigma de Maradona

ME MARAVILLA la gente que ondea certezas graníticas de lo que sea: El Real Madrid es lo más, Alá es el más grande, Jesús el más piadoso y Buda el más reflexivo, creo en el más allá, en el más acá, el dinero lo puede todo, solo fulano puede sacarnos de esto, zutano hace lo mejor para todos, la justicia es ciega. Cosas así. Redondas y aterciopeladas. De la infinidad de ellas que existen no comparto casi ninguna, pero unas más que otras. De las que más se me escapan, esa fe ciega que mantienen (muchos) argentinos en Maradona. Hizo soñar a un país unos seis o siete años, no más. A partir de ahí fue consumidor y traficante de drogas, alternó con la mafia napolitana o directamente formó parte de ella, no para de decir sandeces, apenas se tiene en pie y se comporta ahora como el niño caprichoso y maleducado que no pudo ser cuando tenía edad para ello. 

Ahora acaban de ficharlo para entrenar a un equipo, el Gimnasia y Esgrima de La Plata. En el campo lo esperaba lo que me pareció una multitud. Los ojos hinchados, la cara enrojecida, el pulso tembloroso. Cogió el micro y dijo algo, vaya usted a saber qué. Y justo eso es lo que me entusiasma. Son capaces de fichar a un individuo al que no se le entiende ni siquiera cuando habla pegado a un micro, de modo que imagíneselo dando órdenes a 22 tipos en mitad de un campo de fútbol. No importa. Es Maradona y mete goles con la mano. Al acabar la temporada lo nombrarán capitán de un portaaviones y volverán a invadir las Malvinas. 

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