Opinión

El glamur de la enfermedad

Si lo entendí bien, el coronavirus viene a ser algo así como el pin parental de las enfermedades. Esto es, un problema residual con una cobertura mediática espectacular. Vaya usted a saber por qué, en ambos casos. Al igual que lo del pin parental había generado una tremenda avalancha de quejas en toda España sabiamente contabilizada: tres; el coronavirus tiene una tasa de mortalidad casi igual de ridícula si la comparamos con la gripe. Ambos, coronavirus y pin parental, correrán la misma suerte: en seis meses nadie los recordará. De hecho ya nadie quiere saber nada del pin parental. Es muy entendible que a usted o a mí nos importe lo mismo que la trayectoria en el mundo de la moda de la novia de Cristiano Ronaldo, pero que un señor de Vox no quiera oír hablar de ello es como si un asmático cambia de canal cuando hablan por la tele de miles de chinos en cuarentena. 

No hacemos caso a lo que importa, como la gripe, porque lo trascendente es cotidiano y por lo tanto desprovisto de todo glamur. El propio nombre, gripe, no es particularmente alarmante. Todo lo contrario que coronavirus, que te entra febrícula solo con pronunciarlo. Para esquivar la gripe hay que hacer cosas mundanas, como lavarse las manos o ponerse un clínex en la nariz al estornudar, y eso es un rollo al lado de estar dos semanas en casa sin salir o andar por ahí con mascarilla. Si quieren que nos la tomemos en serio, que nos asignen un pin parental para elegir la cuarentena que más nos guste.

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