Opinión

El conflicto del taxi

DESAPARECIÓ DE la parrilla informativa pero el conflicto del taxi, que viene de viejo, rebrotará en setiembre porque quedó mal cerrado con la tregua que precipitó el agosto vacacional.

Los datos del contencioso entre este gremio y las plataformas Uber y Cabify son conocidos de sobra. Por tanto, esta columna no entra en los aspectos técnicos y complejidades regulatorias, solo pretende desgranar unas ideas en la misma línea que las vertidas en mis comentarios de 2014 y 2017.

Lo primero que hay que decir es que los taxistas tienen sus razones y es comprensible su protesta contra esas dos plataformas recién llegadas que ofrecen servicios de transporte similares, pero ellos creen que operan con un marco regulado tan ventajoso que atenta contra sus derechos adquiridos. Esa razón inicial la pierden por la violencia de los cafres que hay en su gremio, de la que se desmarcaron los taxistas de Galicia, más educados y razonables.

También pierden la razón si buscan eliminar la competencia de esas operadoras que ofrecen un buen servicio a los ciudadanos. No pueden exigir que se anulen las licencias legales de los VTC –vehículos de transporte con conductor–, ni siquiera limitar su actuación en el futuro a la proporción de una licencia de Uber y Cabify por cada treinta taxis.

Nunca nadie obtuvo nada declarando la guerra al progreso. En 1881, cuando se inauguró la línea férrea ArboOurense, Curros compuso el poema Na chegada a Ourense da primeira locomotora. "Vela aí ven avantando cámaros e corgas, e vales, e cerros. ¡Vinde vela, mociños e mozas!... Por onde ela pasa fecunda os terreos, espértanse os homes, frolecen os eidos...".

El poeta, firme defensor del progreso, se muestra feliz con la nueva máquina contra lal que no se revelaron los carreteros de la época, ni los dueños de las diligencias, y el pueblo recibió alborozada, según el dibujo publicado en La Ilustración Gallega y Asturiana.

Se puede discutir cuando y en qué condiciones, pero la liberalización del sector del taxi y la entrada de nuevos competidores llegará. Como llegó a los periódicos, al comercio, a la fotografía, a las agencias de viajes y a tantos sectores de actividad que tuvieron que reinventarse para competir en un mercado distinto. Son las reglas de juego que imponen las tecnologías que transforman viejas profesiones y oficios.

Lo razonable es adaptarse –mejor aún, anticiparse– para sobrevivir en el nuevo marco competitivo. Recuerden el viejo dicho: renovarse o morir.

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